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LA palabra que vino a Jeremías del SEÑOR (cuando Nabucodonosor rey de Babilonia, y todo su ejército, y todos los reinos de la tierra del señorío de su mano, y todos los pueblos, peleaban contra Jerusalem, y contra todas sus ciudades,) diciendo:
Así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel: Ve, y habla a Sedequías rey de Judá, y dile: Así ha dicho el SEÑOR: He aquí entregaré yo esta ciudad en mano del rey de Babilonia, y la abrasaré con fuego:
Y no escaparásde su mano, sino que de cierto serás preso, y en su mano serás entregado; y tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y te hablará boca a boca, y en Babilonia entrarás.
Con todo eso, oye palabra del SEÑOR, Sedequías rey de Judá: Así ha dicho el SEÑOR de ti: No morirás a espada;
En paz morirás, y conforme a las quemas de tus padres, los reyes primeros que fueron antes de ti, así quemarán por ti, y te endecharán diciendo, ¡Ay, señor!; porque yo he hablado la palabra, dice el SEÑOR.
Y habló Jeremías profeta a Sedequías rey de Judá todas estas palabras en Jerusalem.
Y el ejército del rey de Babilonia peleaba contra Jerusalem, y contra todas las ciu­dades de Judá que habían queda­do, contra Laquis, y contra Azeca; porque de las ciudades fuertes de Judá éstas habían que­dado.
Palabra que fue a Jeremías del SEÑOR, después que Sedequías hizo concierto con todo el pueblo en Jerusalem, para promulgarles libertad:
Que cada uno dejase su siervo, y cada uno su sierva, hebreo y hebrea, libres; que ninguno usase de los judíos sus hermanos como de siervos.
10 Y como oyeron todos los príncipes, y todo el pueblo que habían venido en el concierto de dejar cada uno su siervo y cada uno su sierva libres, que ninguno usase más de ellos como de sier­vos, obedecieron, y dejáronlos.
11 Mas después se arrepintieron, e hicieron tornar los siervos y las siervas que habían dejado libres, y sujetáronlos por siervos y por siervas.
12 Y vino la palabra del SEÑOR a Jeremías, de parte del SEÑOR, diciendo:
13 Así dice el SEÑOR Dios de Israel: Yo hice pacto con vues­tros padres el día que los saqué de tierra de Egipto, de casa de siervos, diciendo:
14 Al cabo de siete años dejaréis cada uno a su hermano hebreo que te fuere vendido; te servirá pues seis años, y lo enviarás libre de ti: mas vuestros padres no me oyeron, ni inclinaron su oído.
15 Y vosotros os habíais hoy convertido, y hecho lo recto delante de mis ojos, anunciando cada uno libertad a su prójimo; y habíais hecho concierto en mi presencia, en la casa sobre la cual es invocado mi nombre:
16 Pero os habéis vuelto y profa­nado mi nombre, y habéis torna­do a tomar cada uno su siervo y cada uno su sierva, que habíais dejado libres a su voluntad; y los habéis sujetado a seros siervos y siervas.
17 Por tanto, así ha dicho el SEÑOR: Vosotros no me habéis oído en promulgar cada uno libertad a su hermano, y cada uno a su compañero: he aquí que yo os promulgo libertad, dice el SEÑOR, a espada y a pestilencia y a hambre; y os pondré en remoción a todos los reinos de la tierra.
18 Y entregaré a los hombres que traspasaron mi pacto, que no han llevado a efecto las palabras del pacto que celebraron en mi pre­sencia dividiendo en dos partes el becerro y pasando por medio de ellas:
19 A los príncipes de Judá y a los príncipes de Jerusalem, a los eunucos y a los sacerdotes, y a todo el pueblo de la tierra, que pasaron entre las partes del bece­rro,
20 Entregarélos en mano de sus enemigos y en mano de los que buscan su alma; y sus cuerpos muertos serán para comida de las aves del cielo, y de las bestias de la tierra.
21 Y a Sedequías rey de Judá, y a sus príncipes, entregaré en mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan su alma, y en mano del ejército del rey de Babilonia, que se fueron de vosotros.
22 He aquí, mandaré yo, dice el SEÑOR, y harélos volver a esta ciudad, y pelearán contra ella, y la tomarán, y la abrasarán a fuego; y reduciré a soledad las ciudades de Judá, hasta no que­dar morador.