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Júzgame, oh ʼElohim, y defiende mi causa.
Líbrame de gente impía, del hombre engañador y perverso.
Porque Tú eres el ʼElohim de mi fortaleza.
 
¿Por qué me desechaste?
¿Por qué ando enlutado a causa de la opresión del enemigo?
 
Envía tu luz y tu verdad.
Éstas me guiarán.
Ellas me conducirán a tu Montaña Santa y a tus moradas.
Entonces iré al altar de ʼElohim,
Al ʼEL de mi alegría y regocijo,
Y te alabaré con el arpa, oh ʼElohim, mi ʼElohim.
 
¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
 
Espera a ʼElohim, porque aún lo alabaré.
¡El Ayudador de mi presencia y mi ʼElohim!