1 Entonces José ordenó al mayordomo de su casa, diciendo: Llena de alimento los costales de los hombres, todo lo que puedan llevar, y pon el dinero de cada uno de ellos en la boca de su costalA Gén 42:25. 2 Y mi copa, la copa de plata, ponla en la boca del costal del menor, con el dinero de su grano. Y él hizo conforme a lo1 O, a la palabra que había dicho José. 3 Al rayar el alba1 Lit., La mañana era luz y, fueron despedidos los hombres con sus asnos. 4 Cuando habían salido ellos de la ciudadA Gén 44:13, y no estaban muy lejos, José dijo al mayordomo de su casa: Levántate, sigue a esos1 Lit., los hombres; y cuando los alcances, diles: “¿Por qué habéis pagado mal por bien?2 Algunas versiones antiguas agregan: ¿Por qué me habéis robado la copa de plata? 5 “¿No es esta la copa en que bebe mi señor, y que de hecho usa para adivinarA Gén 30:27; 44:15; Lev 19:26; Deut 18:10-14? Obrasteis mal en lo que hicisteis.”

6 Así que los alcanzó, les dijo estas palabras. 7 Y ellos le dijeron: ¿Por qué habla mi señor de esta manera1 Lit., estas palabras? Lejos esté de tus siervos hacer tal cosa. 8 He aquí, el dinero que encontramos en la boca de nuestros costales, te lo volvimos a traer de la tierra de CanaánA Gén 43:21. ¿Cómo, pues, habíamos de robar de la casa de tu señor plata u oro? 9 Aquel de tus siervos que sea hallado con ella, que mueraA Gén 31:22, y también nosotros entonces seremos esclavos de mi señorB Gén 44:16. 10 Y él dijo: Sea ahora también conforme a vuestras palabras; aquel que sea hallado con ella será mi esclavo, y los demás de vosotros seréis inocentes. 11 Ellos se dieron prisa; cada uno bajó su costal a tierra, y cada cual abrió su costal. 12 Y él registró, comenzando con el mayor y acabando con el menor; y la copa fue hallada en el costal de BenjamínA Gén 44:2. 13 Entonces ellos rasgaron sus vestidosA Gén 37:29, 34; Núm 14:6; 2 Sam 1:11, y después de cargar cada uno su asno, regresaron a la ciudadB Gén 44:4.

14 Cuando Judá llegó con sus hermanos a casa de José, él estaba aún allí, y ellos cayeron a tierra delante de élA Gén 37:7, 10. 15 Y José les dijo: ¿Qué acción es esta que habéis hecho? ¿No sabéis que un hombre como yo puede ciertamente adivinarA Gén 44:5? 16 Entonces dijo Judá: ¿Qué podemos decir a mi señor? ¿Qué podemos hablar y cómo nos justificaremos? Dios ha descubierto la iniquidad de tus siervos; he aquí, somos esclavos de mi señorA Gén 44:9, tanto nosotros como aquel en cuyo poder1 Lit., cuya mano fue encontrada la copa. 17 Mas él respondió: Lejos esté de mí hacer eso. El hombre en cuyo poder1 Lit., cuya mano ha sido encontrada la copa será mi esclavo; pero vosotros, subid en paz a vuestro padre.

18 Entonces Judá se le acercó, y dijo: Oh señor mío, permite a tu siervo hablar una palabra a los oídos de mi señor, y que no se encienda tu ira contra tu siervoA Gén 18:30, 32; Ex 32:22, pues tú eres como Faraón mismoB Gén 37:7, 8; 41:40-44. 19 Mi señor preguntó a sus siervos, diciendo: “¿Tenéis padre o hermanoA Gén 43:7?” 20 Y respondimos a mi señor: “Tenemos un padre ya anciano y un hermano1 Lit., niño pequeñoA Gén 37:3; 43:8; 44:30, hijo de su vejez. Y su hermano ha muertoB Gén 37:33; 42:13, 38, así que sólo queda él de los hijos de su madre, y su padre lo ama.” 21 Entonces tú dijiste a tus siervos: “Traédmelo para que yo lo vea1 Lit., Bajádmelo, para que ponga mis ojos sobre élA Gén 42:15, 20.” 22 Y nosotros respondimos a mi señor: “El muchacho no puede dejar a su padre, pues si dejara a su padre, éste moriría.” 23 Tú, sin embargo, dijiste a tus siervos: “Si vuestro hermano menor no desciende con vosotros, no volveréis a ver mi rostroA Gén 43:3, 5.” 24 Aconteció, pues, que cuando subimos a mi padre, tu siervo, le contamos las palabras de mi señor. 25 Y nuestro padre dijo: “Regresad, compradnos un poco de alimentoA Gén 43:2.” 26 Mas nosotros respondimos: “No podemos ir1 Lit., descender. Si nuestro hermano menor va2 Lit., está con nosotros, entonces iremos3 Lit., descenderemos; porque no podemos ver el rostro del hombre si nuestro hermano no está con nosotros.” 27 Y mi padre, tu siervo, nos dijo: “Vosotros sabéis que mi mujer me dio a luz dos hijosA Gén 46:19; 28 el uno salió de mi lado, y dije: ‘Seguro que ha sido despedazadoA Gén 37:31-35’, y no lo he visto desde entonces. 29 “Y si también os lleváis a éste de mi presencia1 Lit., rostro, y algo malo le sucede, haréis descender mis canas con dolor2 Lit., mal al Seol3 I.e., región de los muertosA Gén 42:38; 44:31.” 30 Ahora pues, cuando yo vuelva a mi padre, tu siervo, y el muchacho no esté con nosotros, como su vida1 Lit., alma está ligada a la vida del muchacho2 Lit., a su almaA 1 Sam 18:1, 31 sucederá que cuando él vea que el muchacho no está con nosotros, morirá. Así pues, tus siervos harán descender las canas de nuestro padre, tu siervo, con dolor al SeolA Gén 44:29. 32 Porque yo, tu siervo, me hice responsable1 Lit., tu siervo se hizo fiador del muchacho con mi padre, diciendo: “Si no te lo traigo, que lleve yo la culpa2 Lit., habré pecado delante de mi padre para siempre3 Lit., todos los díasA Gén 43:9.” 33 Ahora pues, te ruego que quede este tu siervo como esclavo de mi señor, en lugar del muchacho, y que el muchacho suba con sus hermanos. 34 Pues, ¿cómo subiré a mi padre no estando el muchacho conmigo, sin que yo vea el mal que sobrevendrá1 Lit., hallará a mi padre?