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En cuanto a las cosas sacrificadas a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento infla, pero el amor edifica. Pero si alguien piensa que sabe algo, todavía no sabe como debe saber. Pero el que ama a Dios es conocido por él.
Por lo tanto, en cuanto a comer cosas sacrificadas a los ídolos, sabemos que no hay ningún ídolo en el mundo, y que no hay más Dios que uno. Porque aunque hay cosas que se llaman “dioses”, ya sea en los cielos o en la tierra — como hay muchos “dioses” y muchos “señores” —, sin embargo, para nosotros hay un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros para él; y un solo Señor, Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros vivimos por él.
Sin embargo, ese conocimiento no está en todos los hombres. Pero algunos, con la conciencia de un ídolo hasta ahora, comen como de una cosa sacrificada a un ídolo, y su conciencia, siendo débil, se contamina. Pero la comida no nos recomendará a Dios. Pues ni si no comemos somos peores, ni si comemos somos mejores. Pero tened cuidado de que esta libertad vuestra no se convierta en un tropiezo para los débiles. 10 Porque si un hombre os ve a vosotros, que tenéis conocimiento, sentados en el templo de un ídolo, ¿no se envalentonará su conciencia, si es débil, para comer cosas sacrificadas a los ídolos? 11 Y por vuestro conocimiento perece el que es débil, el hermano por el que murió Cristo. 12 Así, pecando contra los hermanos e hiriendo su conciencia cuando es débil, pecas contra Cristo. 13 Por tanto, si la comida hace tropezar a mi hermano, no comeré más carne jamás, para no hacer tropezar a mi hermano.