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Me dijo: “Hijo de hombre, ponte en pie, y hablaré contigo”. El Espíritu entró en mí cuando me habló, y me puso en pie; y oí al que me hablaba.
Me dijo: “Hijo de hombre, te envío a los hijos de Israel, a una nación de rebeldes que se ha rebelado contra mí. Ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta el día de hoy. Los hijos son insolentes y de corazón rígido. Te envío a ellos, y les dirás: ‘Esto es lo que dice el Señor*La palabra traducida “Señor” es “Adonai”. Yahvé’. Ellos, ya sea que escuchen o que se nieguen — pues son una casa rebelde —, sabrán que ha habido un profeta entre ellos. Tú, hijo de hombre, no les tengas miedo, ni te asustes de sus palabras, aunque te acompañen zarzas y espinas, y habites entre escorpiones. No tengas miedo de sus palabras, ni te asustes por su aspecto, aunque sean una casa rebelde. Tú les dirás mis palabras, tanto si las escuchan como si las rechazan, porque son muy rebeldes. Pero tú, hijo de hombre, escucha lo que te digo. No seas rebelde como esa casa rebelde. Abre tu boca y come lo que te doy”.
Cuando miré, he aquí que una mano se extendía hacia mí, y he aquí que había en ella un rollo de libro. 10 Lo extendió ante mí. Estaba escrito por dentro y por fuera; y en él estaban escritas lamentaciones, lamentos y aflicciones.

*2:4 La palabra traducida “Señor” es “Adonai”.