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Ahora bien, en las cosas que estamos diciendo, el punto principal es éste: tenemos tal sumo sacerdote, que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en los cielos, un servidor del santuario y del verdadero tabernáculo que el Señor levantó, no el hombre. Porque todo sumo sacerdote está destinado a ofrecer tanto ofrendas como sacrificios. Por lo tanto, es necesario que este sumo sacerdote también tenga algo que ofrecer. Porque si estuviera en la tierra, no sería sacerdote en absoluto, ya que hay sacerdotes que ofrecen las ofrendas según la ley, que sirven de copia y sombra de las cosas celestiales, tal como Moisés fue advertido por Dios cuando iba a hacer el tabernáculo, pues le dijo: “Mira, todo lo harás según el modelo que se te mostró en la montaña.” Pero ahora ha obtenido un ministerio más excelente, por cuanto es también el mediador de un pacto mejor, que sobre mejores promesas ha sido dado como ley.
Porque si aquel primer pacto hubiera sido impecable, no se habría buscado lugar para un segundo. Porque encontrando faltas en ellos, dijo,
“He aquí que vienen los días”, dice el Señor,
“que haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá;
no según el pacto que hice con sus padres
el día en que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto;
porque no continuaron en mi pacto,
y no les hice caso”, dice el Señor.
10 “Porque éste es el pacto que haré con la casa de Israel
después de esos días”, dice el Señor:
“Pondré mis leyes en su mente;
También los escribiré en su corazón.
Yo seré su Dios,
y serán mi pueblo.
11 No enseñarán a cada hombre ni a su conciudadano
ni ninguno a su hermano, diciendo: “Conoce al Señor”.
porque todos me conocerán,
desde él más pequeño hasta él ayor de ellos.
12 Porque seré misericordioso con su injusticia.
No me acordaré más de sus pecados y de sus actos ilícitos”.
13 Al decir: “Un nuevo pacto”, ha dejado obsoleto el primero. Pero lo que se vuelve obsoleto y envejece está a punto de desaparecer.