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Para el jefe de los músicos. Una contemplación de David, cuando Doeg el edomita vino y le dijo a Saúl: “David ha venido a la casa de Ahimelec”.
¿Por qué te jactas de hacer travesuras, hombre poderoso?
La bondad amorosa de Dios perdura continuamente.
Tu lengua trama la destrucción,
como una navaja afilada, trabajando con engaño.
Amas el mal más que el bien,
mintiendo en lugar de decir la verdad. Selah.
Amas todas las palabras devoradoras,
tu lengua engañosa.
Dios también te destruirá para siempre.
Él te tomará y te sacará de tu tienda,
y te arrancaré de la tierra de los vivos. Selah.
También los justos lo verán y temerán,
y se ríen de él, diciendo,
“He aquí el hombre que no hizo de Dios su fuerza,
sino que confió en la abundancia de sus riquezas,
y se fortaleció en su maldad”.
Pero en cuanto a mí, soy como un olivo verde en la casa de Dios.
Confío en la bondad amorosa de Dios por siempre y para siempre.
Te daré gracias por siempre, porque lo has hecho.
Esperaré en tu nombre, porque es bueno,
en presencia de tus santos.