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Y me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo.
Y cuando me habló, el Espíritu entró en mí, y me afirmó sobre mis pies, y oía al que me hablaba.
Y me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a una nación rebelde que se ha rebelado contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día.
Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así dice el Señor Jehová.
Y ya sea que ellos escuchen; o dejen de escuchar (porque son una casa rebelde), siempre sabrán que hubo profeta entre ellos.
Y tú, hijo de hombre, no temas de ellos, ni tengas miedo de sus palabras, aunque te hallas entre zarzas y espinas, y moras con escorpiones; no tengas miedo de sus palabras, ni temas delante de ellos, porque son casa rebelde.
Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar; porque son muy rebeldes.
Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como esa casa rebelde; abre tu boca, y come lo que yo te doy.
Y miré, y he aquí una mano extendida hacia mí, y en ella había un rollo de libro.
10 Y lo extendió delante de mí, y estaba escrito por delante y por detrás; y había escritas en él endechas, lamentaciones y ayes.