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Perece el justo, y no hay quien lo ponga en su corazón; y los piadosos son quitados, y no hay quien entienda que el justo es quitado de la aflicción que ha de venir.
Entrará en la paz; descansarán en sus lechos todos los que andan en su rectitud.
Mas vosotros acercaos acá, hijos de la hechicera, simiente del adúltero y la ramera.
¿De quién os habéis mofado? ¿Contra quién ensanchasteis la boca, y alargasteis la lengua? ¿No sois vosotros hijos rebeldes, simiente mentirosa,
que os enardecéis con los ídolos debajo de todo árbol frondoso, que sacrificáis los hijos en los valles, debajo de los peñascos?
En las piedras lisas del valle está tu parte; ellas, ellas son tu suerte; y a ellas derramaste libación, y ofreciste presente. ¿Debo recibir consuelo en estas cosas?
Sobre una montaña alta y sobresaliente pusiste tu cama; allí también subiste a ofrecer sacrificio.
Y tras la puerta y el umbral pusiste tu recuerdo; porque a otro, y no a mí, te descubriste, y subiste y ensanchaste tu cama, e hiciste pacto con ellos; amaste su cama dondequiera que la veías.
Y fuiste al rey con ungüento, y multiplicaste tus perfumes, y enviaste tus embajadores lejos, y te abatiste hasta el mismo infierno.
10 En la multitud de tus caminos te cansaste, mas no dijiste: No hay esperanza. Hallaste la vida de tu mano, por tanto, no te desalentaste.
11 ¿Y de quién te asustaste o temiste, que has faltado a la fe y no te has acordado de mí, ni lo pusiste en tu corazón? ¿No he guardado silencio desde tiempos antiguos, y nunca me has temido?
12 Yo publicaré tu justicia y tus obras, que no te aprovecharán.
13 Cuando clames, que te libren tus allegados. Pero a todos ellos llevará el viento, un soplo los arrebatará; pero el que ponga en mí su confianza, poseerá la tierra, y heredará mi santo monte.
14 Y dirá: Allanad, allanad; preparad el camino, quitad los tropiezos del camino de mi pueblo.
15 Porque así dice el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es Santo: Yo habito en el lugar alto y santo, y con el que es de espíritu humilde y contrito, para vivificar el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los contritos.
16 Porque no contenderé para siempre, ni para siempre guardaré el enojo; pues decaería ante mí el espíritu, y las almas que yo he creado.
17 Por la iniquidad de su codicia me enojé y lo herí, escondí mi rostro y me indigné; y él siguió rebelde por el camino de su corazón.
18 He visto sus caminos, y lo sanaré; y lo guiaré y le daré consuelo, a él y a sus enlutados.
19 Yo creo el fruto de labios: Paz, paz al que está lejos y al que está cerca, dice Jehová; y yo lo sanaré.
20 Mas los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo.
21 No hay paz, dice mi Dios, para el impío.