17
Entonces dijo a los discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen!
Mejor le fuera si se le atase al cuello una piedra de molino, y se le lanzase en el mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.
Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano peca contra ti, repréndele; y si se arrepiente, perdónale.
Y si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale.
Y los apóstoles dijeron al Señor: Auméntanos la fe.
Y el Señor dijo: Si tuviereis fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería.
¿Y quién de vosotros teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, le dice enseguida: Pasa, siéntate a la mesa?
¿No le dice más bien: Adereza qué cene, y cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú?
¿Da gracias al siervo porque hizo lo que le había sido mandado? Pienso que no.
10 Así también vosotros, cuando hubiereis hecho todo lo que os es mandado, decid: Siervos inútiles somos, porque lo que debíamos hacer, hicimos.
11 Y aconteció que yendo Él a Jerusalén, pasó por medio de Samaria y de Galilea.
12 Y entrando en una aldea, le vinieron al encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos,
13 y alzaron la voz, diciendo: Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros.
14 Y cuando Él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que yendo ellos, fueron limpiados.
15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz;
16 y se postró sobre su rostro a sus pies, dándole gracias; y este era samaritano.
17 Y respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? ¿Y los nueve dónde están?
18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?
19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.
20 Y preguntándole los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, respondió y les dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia;
21 ni dirán: Mirad aquí, o mirad allí; porque he aquí, el reino de Dios entre vosotros está.
22 Y dijo a sus discípulos: Tiempo vendrá, cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis.
23 Y os dirán: Mirad aquí, o mirad allí. No vayáis tras ellos, ni los sigáis.
24 Porque como el relámpago, que resplandeciendo, alumbra de un extremo al otro bajo del cielo, así también será el Hijo del Hombre en su día.
25 Pero primero es necesario que padezca mucho, y sea rechazado por esta generación.
26 Y como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre.
27 Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca; y vino el diluvio, y destruyó a todos.
28 Asimismo también como fue en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban;
29 pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y destruyó a todos.
30 Así también será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.
31 En aquel día, el que esté en la azotea, y sus pertenencias en casa, no descienda a tomarlas; y el que esté en el campo, igualmente, no vuelva atrás.
32 Acordaos de la esposa de Lot.
33 Cualquiera que procure salvar su vida, la perderá; y cualquiera que la pierda, la salvará.
34 Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado.
35 Dos mujeres estarán moliendo juntas; la una será tomada, y la otra dejada.
36 Dos estarán en el campo; el uno será tomado, y el otro dejado.
37 Y respondiendo, le dijeron: ¿Dónde, Señor? Y Él les dijo: Donde esté el cuerpo, allí también se juntarán las águilas.