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Yo soy la rosa de Sarón, y el lirio de los valles.
Como el lirio entre los espinos, así es mi amada entre las doncellas.
Como el manzano entre los árboles silvestres, así es mi amado entre los jóvenes: Con gran deleite me senté bajo su sombra, y su fruto fue dulce a mi paladar.
Me llevó a la casa del banquete, y su bandera sobre mí fue amor.
Sustentadme con frascos, corroboradme con manzanas; porque estoy enferma de amor.
Su izquierda esté debajo de mi cabeza, y su derecha me abrace.
Yo os exhorto, oh hijas de Jerusalén, por los corzos y por las ciervas del campo, que no despertéis ni hagáis velar a mi amor hasta que quiera.
¡La voz de mi amado! He aquí, él viene saltando sobre las montañas, brincando sobre los collados.
Mi amado es semejante al corzo, o al cervatillo. He aquí, está tras nuestra pared, mirando por las ventanas, mostrándose por las celosías.
10 Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh amada mía, hermosa mía, y ven.
11 Porque he aquí ha pasado el invierno, ha cesado la lluvia y se ha ido;
12 se han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción ha venido, y en nuestro país se oye la voz de la tórtola;
13 la higuera ha echado sus higos, y las viñas en cierne dan su fragancia: Levántate, oh amada mía, hermosa mía, y ven.
14 Paloma mía, que estás en las hendiduras de la roca, en lo escondido de escarpados parajes, muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; porque dulce es tu voz, y hermoso tu semblante.
15 Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; porque nuestras viñas están en cierne.
16 Mi amado es mío, y yo soy suya; él apacienta entre lirios.
17 Hasta que apunte el día, y huyan las sombras, vuélvete, amado mío; sé semejante al corzo, o al cervatillo, sobre las montañas de Beter.