31
Y OÍA él las palabras de los hijos de Labán, que decían: Jacob ha tomado todo lo que era de nuestro padre; y de lo que era de nuestro padre ha adquirido toda esta gloria.
Miraba también Jacob el sem­blante de Labán, y veía que no era para con él como ayer y antes de ayer.
También el SEÑOR dijo a Jacob: Vuélvete a la tierra de tus padres, y a tu parentela; que yo seré contigo.
Y envió Jacob, y llamó a Raquel y a Lea al campo a sus ovejas,
Y díjoles: Veo que el semblan­te de vuestro padre no es para conmigo como ayer y antes de ayer: mas el Dios de mi padre ha sido conmigo.
Y vosotras sabéis que con todas mis fuerzas he servido a vuestro padre:
Y vuestro padre me ha engaña­do, y me ha mudado el salario diez veces: pero Dios no le ha permitido que me hiciese mal.
Si él decía así: Los pintados serán tu salario; entonces todas las ovejas parían pintados: y si decía así: Los listados serán tu salario; entonces todas las ovejas parían listados.
Así quitó Dios el ganado de vuestro padre, y diómelo a mí.
10 Y sucedió que al tiempo que las ovejas se recalentaban, alcé yo mis ojos y ví en sueños, y he aquí los machos que cubrían a las hembras eran listados, pintados y abigarrados.
11 Y díjome el ángel de Dios en sueños: Jacob. Y yo dije: Heme aquí.
12 Y él dijo: Alza ahora tus ojos, y verás todos los machos que cubren a las ovejas son listados, pin­tados y abigarrados; porque yo he visto todo lo que Labán te ha hecho.
13 Yo soy el Dios de Betel, donde tú ungiste el título, y donde me hiciste un voto. Levántate ahora, y sal de esta tie­rra, y vuélvete a la tierra de tu naturaleza.
14 Y respondió Raquel y Lea, y dijéronle: ¿Hay todavía parte o heredad para nosotras en la casa de nuestro padre?
15 ¿No nos tiene ya como por extrañas, pues que nos vendió, y aun se ha comido del todo nues­tro precio?
16 Porque toda la riqueza que Dios ha quitado a nuestro padre, nuestra es y de nuestros hijos: ahora pues, haz todo lo que Dios te ha dicho.
17 Entonces se levantó Jacob, y subió sus hijos y sus esposas sobre los camellos.
18 Y puso en camino todo su ganado, y toda su hacienda que había adquirido, el ganado de su ganancia que había obtenido en Padan-aram, para volverse a Isaac su padre en la tierra de Canaán.
19 Y Labán había ido a trasquilar sus ovejas: y Raquel hurtó los ído­los de su padre.
20 Y recató Jacob el corazón de Labán Arameo, en no hacerle saber que se huía.
21 Huyó, pues, con todo lo que tenía; y levantóse, y pasó el río, y puso su rostro al monte de Galaad.
22 Y fue dicho a Labán al tercer día que Jacob había huido.
23 Entonces tomó a sus herma­nos consigo, y fue tras él camino de siete días, y alcanzóle en el monte de Galaad.
24 Y vino Dios a Labán Arameo en sueños aquella noche, y le dijo: Guárdate que no hables a Jacob descomedidamente.
25 Alcanzó pues Labán a Jacob, y éste había fijado su tienda en el monte: y Labán acampó con sus hermanos en el monte de Galaad.
26 Y dijo Labán a Jacob: ¿Qué has hecho, que has salido sin avisarme, y has llevado a mis hijas como cautivas tomadas a espada?
27 ¿Por qué te escondiste para huir, y me hurtaste, y no me diste noticia, para que yo te enviara con alegría y con cantares, con tamborín y arpa?
28 ¿Y aun no me dejaste besar a mis hijos y a mis hijas? Ahora neciamente has hecho en hacer así.
29 Poder hay en mi mano para haceros mal: mas el Dios de vuestro padre me habló anoche diciendo: Guárdate que no hables a Jacob descomedida­mente.
30 Y ya que te ibas, porque tenías deseo de la casa de tu padre, ¿por qué me hurtaste mis dioses?
31 Y Jacob respondió, y dijo a Labán: Porque tuve miedo; pues dije, que quizás me quitarías por fuerza tus hijas.
32 Con quien hallares tus dioses, no viva: delante de nuestros her­manos reconoce lo que yo tuvie­re tuyo, y llévatelo. Pues Jacob no sabía que Raquel los había hurta­do.
33 Y entró Labán en la tienda de Jacob, y en la tienda de Lea, y en la tienda de las dos siervas, y no los halló, y salió de la tienda de Lea, y vino a la tienda de Raquel.
34 Y tomó Raquel los ídolos, y púsolos en una albarda de un camello, y sentóse sobre ellos: y tentó Labán toda la tienda, y no los halló.
35 Y ella dijo a su padre: No se enoje mi señor, porque no me puedo levantar delante de ti; pues estoy con la costumbre de las mujeres. Y él buscó, pero no halló los ídolos.
36 Entonces Jacob se enojó, y regañó con Labán; y respondió Jacob y dijo a Labán: ¿Qué pre­varicación es la mía? ¿cuál es mi pecado, que con tanto ardor has venido en seguimiento mío?
37 Pues que has tentado todos mis muebles, ¿qué has hallado de todas las alhajas de tu casa? Ponlo aquí delante de mis her­manos y tuyos, y juzguen entre nosotros ambos.
38 Estos veinte años he estado contigo: tus ovejas y tus cabras nunca abortaron, ni yo comí car­nero de tus ovejas.
39 No te traje lo desgarrado por las fieras; yo pagaba el daño; lo hurtado así de día como de noche, de mi mano lo requerías.
40 De día me consumía el calor, y de noche la helada, y el sueño se huía de mis ojos.
41 Así he estado veinte años en tu casa: catorce años te serví por tus dos hijas, y seis años por tu ganado; y has mudado mi salario diez veces.
42 Si el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, y el temor de Isaac, no fuera conmigo, de cierto me enviarías ahora vacío: vio Dios mi aflicción y el trabajo de mis manos, y reprendióte anoche.
43 Y respondió Labán, y dijo a Jacob: Estas hijas son hijas mías, y estos hijos, hijos míos son, y este ganado es mi ganado, y todo lo que tú ves es mío: ¿y que puedo yo hacer hoy a estas mis hijas, o a sus hijos que ellas han parido?
44 Ven pues ahora, hagamos pacto yo y tú; y sea en testimonio entre mí y entre ti.
45 Entonces Jacob tomó una piedra, y levantóla por título.
46 Y dijo Jacob a sus hermanos: Coged piedras. Y tomaron pie­dras e hicieron un majano; y comieron allí sobre aquel maja­no.
47 Y llamólo Labán Jegar Sahaduta: y lo llamó Jacob Galaad.
48 Porque Labán dijo: Este majano es testigo hoy entre mí y entre ti; por eso fue llamado su nombre Galaad;
49 Y Mizpa, por cuanto dijo: Atalaye el SEÑOR entre mí y entre ti, cuando nos apartáremos el uno del otro.
50 Si afligieres mis hijas, o si tomares otras esposas además de mis hijas, nadie está con noso­tros; mira, Dios es testigo entre mí y entre ti.
51 Dijo más Labán a Jacob: He aquí este majano, y he aquí este título, que he erigido entre mí y ti.
52 Testigo sea este majano, y tes­tigo sea este título, que ni yo pasaré contra ti este majano, ni tú pasarás contra mí este majano ni este título, para mal.
53 El Dios de Abraham, y el Dios de Nacor juzgue entre nosotros, el Dios de sus padres. Y Jacob juró por el temor de Isaac su padre.
54 Entonces Jacob inmoló vícti­mas en el monte, y llamó a sus hermanos a comer pan: y comie­ron pan, y durmieron aquella noche en el monte.
55 Y levantóse Labán de maña­na, y besó sus hijos y sus hijas, y los bendijo; y retrocedió y vol­vióse a su lugar.