16
Y VINO a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:
No tomarás para ti esposa, ni tendrás hijos ni hijas en este lugar.
Porque así ha dicho el SEÑOR acerca de los hijos y de las hijas que nacieren en este lugar, y de sus madres que los parieren, y de los padres que los engendraren en esta tierra:
De dolorosas enfermedades morirán; no serán plañidos ni enterrados: serán por muladar sobre la faz de la tierra: y con espada y con hambre serán con­sumidos, y sus cuerpos serán para comida de las aves del cielo y de las bestias de la tierra.
Porque así ha dicho el SEÑOR: No entres en casa de luto, ni vayas a lamentar, ni los consue­les: porque yo he quitado mi paz de este pueblo, dice el SEÑOR, mi misericordia y piedades.
Y morirán en esta tierra grandes y chicos: no se enterrarán, ni los plañirán, ni se arañarán, ni se mesarán por ellos;
Ni por ellos partirán pan por luto, para consolarlos de sus muertos; ni les darán a beber copa de consolaciones por su padre o por su madre.
Asimismo no entres en casa de convite, para sentarte con ellos a comer o a beber.
Porque así ha dicho el SEÑOR de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo haré cesar en este lugar, delante de vuestros ojos y en vuestros días, toda voz de gozo y toda voz de alegría, toda voz de esposo y toda voz de esposa.
10 Y acontecerá que cuando anunciares a este pueblo todas estas cosas, te dirán ellos: ¿Por qué habló el SEÑOR sobre noso­tros todo este mal tan grande? ¿y qué maldad es la nuestra, o qué pecado es el nuestro, que come­tiéramos contra el SEÑOR nues­tro Dios?
11 Entonces les dirás: Porque vuestros padres me dejaron, dice el SEÑOR, y anduvieron en pos de dioses ajenos, y los sirvieron, y los adoraron, y me dejaron a mí, y no guardaron mi ley;
12 Y vosotros habéis hecho peor que vuestros padres; porque he aquí que vosotros camináis cada uno tras la imaginación de su mal­vado corazón, no oyéndome a mí.
13 Por tanto, yo os haré echar de esta tierra a tierra que ni vosotros ni vuestros padres habéis conoci­do, y allá serviréis a dioses aje­nos de día y de noche; porque no os mostraré clemencia.
14 Empero he aquí vienen días, dice el SEÑOR, que no se dirá más: Vive el SEÑOR, que hizo subir a los hijos de Israel de tie­rra de Egipto;
15 Sino: Vive el SEÑOR, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte, y de todas las tierras a donde los había arro­jado: y volverélos a su tierra, la cual di a sus padres.
16 He aquí que yo envío muchos pescadores, dice el SEÑOR, y los pescarán; y después enviaré muchos cazadores, y los cazarán de todo monte, y de todo collado, y de las cavernas de los peñas­cos.
17 Porque mis ojos están sobre todos sus caminos, los cuales no se me ocultaron, ni su maldad se esconde de la presencia de mis ojos.
18 Mas primero pagaré al doble su iniquidad y su pecado; porque contaminaron mi tierra con los cuerpos muertos de sus abomi­naciones, y de sus abominacio­nes llenaron mi heredad.
19 Oh SEÑOR, fortaleza mía, y fuerza mía, y refugio mío en el tiempo de la aflicción; a ti ven­drán los Gentiles desde los extremos de la tierra, y dirán: Ciertamente mentira poseyeron nuestros padres, vanidad, y no hay en ellos provecho.
20 ¿Ha de hacer el hombre dio­ses para sí? mas ellos no son dio­ses.
21 Por tanto, he aquí, les enseña­ré de esta vez, enseñarles he mi mano y mi fortaleza, y sabrán que mi nombre es el SEÑOR.