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COMO la nieve en el verano, y la lluvia en la siega, así conviene al necio la honra.
Como el ave en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición sin causa nunca vendrá.
El látigo para el caballo, y el cabestro para el asno, y la vara para la espalda del necio.
No respondas al necio con­forme a su necedad, para que no seas tú también como él.
Responde al necio según su necedad, para que no se estime sabio en su opinión.
El que envía mensaje por mano de un necio, así es el que se corta los pies y bebe su daño.
Las piernas del cojo no son iguales; así es la parábola en la boca de los necios.
Como quien liga la piedra en la honda, así es el que da honra al necio.
Como espinas hincadas en mano del embriagado, así es la parábola en la boca de los necios.
10 El Dios grande que formó todas las cosas; recompensa ambos al necio, y a los transgresores.
11 Como perro que vuelve a su vómito, así el necio que repite su necedad.
12 ¿Has visto hombre sabio en su opinión? más esperanza hay del necio que de él.
13 Dice el perezoso: El león está en el camino; el león está en las calles.
14 Como la puerta gira sobre sus quicios: así hace el perezoso sobre su cama.
15 Esconde el perezoso su mano en su seno; cánsase de tornarla a su boca.
16 El perezoso es más sabio en su propia opinión que siete hombres que pueden dar razón.
17 El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno, es como el que toma al perro por las ore­jas.
18 Como el que enloquece, y echa llamas y saetas y muerte,
19 Tal es el hombre que engaña a su prójimo, y dice: ¿Acaso no estaba yo bromeando?
20 Sin leña se apaga el fuego: y donde no hay chismoso, cesa la contienda.
21 El carbón para brasas, y la leña para el fuego: así es el hombre rencilloso para encender contien­da.
22 Las palabras del chismoso son como heridas, y ellas entran hasta lo más íntimo del vien­tre.
23 Como escoria de plata echada sobre el tiesto, son los labios enardecidos y el corazón malo.
24 El que odia disimula con sus labios; mas en su interior pone engaño.
25 Cuando hablare amigable­mente, no le creas; porque siete abominaciones hay en su cora­zón.
26 Al que encubre el odio con disi­mulo; su malicia será descu­bierta en la congregación.
27 El que cavare sima, caerá en ella: y el que revuelva la piedra, a él volverá.
28 La lengua falsa aborrece a los que son afligidos por ella; y la boca lisonjera acarrea ruina.