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Oración de Moisés varón de Dios.
SEÑOR, tú nos has sido refugio de generación y en generación.
Antes que naciesen las monta­ñas y formases la tierra y el mundo, y desde la eternidad y hasta la eternidad, tú eres Dios.
Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, y dices: Convertíos, hijos de los hombres.
Porque mil años delante de tus ojos, son como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigi­lias de la noche.
Háceslos pasar como avenida de aguas; son como sueño; como la hierba que crece en la mañana:
En la mañana florece y crece; a la tarde es cortada, y se seca.
Porque con tu furor somos con­sumidos, y con tu ira somos con­turbados.
Pusiste nuestras maldades delante de ti, nuestros yerros a la luz de tu rostro.
Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira; acaba­mos nuestros años como un pen­samiento.
10 Los días de nuestra edad son setenta años; que si en los más robustos son ochenta años, con todo su fortaleza es molestia y trabajo; porque es cortado presto, y volamos.
11 ¿Quién conoce la fortaleza de tu ira, y tu indignación según que debes ser temido?
12 Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.
13 Vuélvete, oh SEÑOR: ¿hasta cuándo? Y aplácate para con tus siervos.
14 Sácianos presto de tu miseri­cordia: y cantaremos y nos ale­graremos todos nuestros días.
15 Alégranos conforme a los días que nos afligiste, y los años que vimos mal.
16 Aparezca en tus siervos tu obra, y tu gloria sobre sus hijos.
17 Y sea la hermosura del SEÑOR nuestro Dios sobre nosotros: y confirma en nosotros la obra de nuestras manos, sí, confirma tú la obra de nuestras manos.