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AMO al SEÑOR, pues ha oído mi voz y mis súplicas.
Porque ha inclinado a mí su oído, invocaréle por tanto en todos mis días.
Rodeáronme los dolores de la muerte, me encontraron las angustias del infierno: angustia y dolor había yo hallado.
Entonces invoqué el nombre del SEÑOR, diciendo: Libra ahora, oh SEÑOR, mi alma.
Clemente es el SEÑOR y justo; sí, misericordioso es nuestro Dios.
El SEÑOR guarda a los since­ros: estaba yo postrado, y salvó­me.
Vuelve, oh alma mía, a tu reposo; porque el SEÑOR te ha hecho bien.
Pues tú has librado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas, y mis pies de desbarrar.
Andaré delante del SEÑOR en la tierra de los vivientes.
10 Creí; por tanto hablé, estando afligido en gran manera.
11 Y dije en mi apresuramiento: Todo hombre es mentiroso.
12 ¿Qué pagaré al SEÑOR por todos sus beneficios para conmi­go?
13 Tomaré la copa de la salva­ción, e invocaré el nombre del SEÑOR.
14 Ahora pagaré mis votos al SEÑOR delante de todo su pue­blo.
15 Estimada es en los ojos del SEÑOR la muerte de sus santos.
16 Oh SEÑOR, que yo soy tu siervo, yo tu siervo, hijo de tu sierva: rompiste mis prisiones.
17 Te ofreceré sacrificio de acción de gracias, e invocaré el nombre del SEÑOR.
18 Al SEÑOR pagaré ahora mis votos delante de todo su pueblo;
19 En los atrios de la casa del SEÑOR, en medio de ti, oh Jerusalem. Aleluya.