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DESPUÉS de estas cosas miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí era como de trompeta que hablaba conmigo; la cual dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que deben suceder después de estas.
E inmediatamente yo fui en el espíritu; y, he aquí, un trono estaba puesto en el cielo, y sobre el trono estaba uno asentado.
Y el que estaba asentado, era al parecer semejante a una piedra de jaspe y de sardonia, y el arco del cielo estaba al derredor del trono semejante en el aspecto a la esmeralda.
Y alrededor del trono había veinte y cuatro sillas; y vi sobre las sillas veinte y cuatro ancianos sentados, vestidos de ropas blancas; y tenían sobre sus cabezas coronas de oro.
Y del trono salían relámpagos, y truenos, y voces; y había siete lámparas de fuego que estaban ardiendo delante del trono, las cuales son los siete Espíritus de Dios.
Y delante del trono había un mar de vidrio semejante al cristal; y en medio del trono, y al derredor del trono cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás.
Y el primer ser viviente era semejante a un león, y el segundo ser viviente, semejante a un becerro, y el tercer ser viviente tenía la cara como hombre, y el cuarto ser viviente, semejante al águila volando.
Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno por sí seis alas al derredor; y de dentro estaban llenos de ojos; y no tenían reposo día ni noche, diciendo: Santo, Santo, Santo el Señor Dios Todopoderoso, que era, y que es, y que ha de venir.
Y cuando aquellos seres vivientes daban gloria, y honra, y acción de gracias al que estaba sentado en el trono, al que vive por siempre jamás,
10 Los veinte y cuatro ancianos se postran delante del que estaba sentado en el trono, y adoran al que vive por siempre jamás, y echan sus coronas delante del trono, diciendo:
11 Digno eres, oh Señor, de recibir gloria, y honra, y poder; porque tú creaste todas las cosas, y para tu placer ellas son, y fueron creadas.