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LUEGO que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestiduras, y vistióse de cilicio y de ceniza, y fuese por medio de la ciudad clamando con grande y amargo clamor.
Y vino hasta delante de la puer­ta del rey: porque no era lícito pasar adentro de la puerta del rey vestido de cilicio.
Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los judíos grande luto, y ayuno, y lloro, y lamentación: cilicio y ceni­za era la cama de muchos.
Y vinieron las doncellas de Ester y sus eunucos, y dijéron­selo: y la reina tuvo gran dolor, y envió vestiduras para hacer vestir a Mardoqueo, y hacerle quitar el cilicio de sobre él; mas él no los recibió.
Entonces Ester llamó a Atac, uno de los eunucos del rey, que él había hecho estar delante de ella, y mandólo a Mardoqueo, con orden de saber qué era aquello, y por qué.
Salió pues Atac a Mardoqueo, a la plaza de la ciudad que estaba delante de la puerta del rey.
Y Mardoqueo le declaró todo lo que le había acontecido, y dióle noticia de la plata que Amán había dicho que pesaría para los tesoros del rey por razón de los judíos, para destruirlos.
Dióle también la copia de la escritura del decreto que había sido dado en Susán para que fue­sen destruídos, a fin de que la mostrara a Ester y se lo declara­se, y le encargara que fuese al rey a suplicarle, y a pedir delante de él por su pueblo.
Y vino Atac, y contó a Ester las palabras de Mardoqueo.
10 Entonces Ester dijo a Atac, y mandóle decir a Mardoqueo:
11 Todos los siervos del rey, y el pueblo de las provincias del rey saben, que cualquier hombre o mujer que entra al rey al patio de adentro sin ser llamado, por una sola ley ha de morir: salvo aquel a quien el rey extendiere el cetro de oro, el cual vivirá: y yo no he sido llamada para entrar al rey estos treinta días.
12 Y dijeron a Mardoqueo las palabras de Ester.
13 Entonces dijo Mardoqueo que respondiesen a Ester: No pien­ses en tu alma, que escaparás en la casa del rey más que todos los judíos:
14 Porque si absolutamente callares en este tiempo, respiro y libertación tendrán los judíos de otra parte; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si has llegado al reino, para un tiempo como este?
15 Y Ester dijo que respondie­sen a Mardoqueo:
16 Ve, y junta a todos los judíos que se hallan en Susán, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche ni día: yo tam­bién con mis doncellas ayunaré igualmente, y así entraré al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca.
17 Entonces se fue Mardoqueo, e hizo conforme a todo lo que le mandó Ester.