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LLEVÓME luego a la puerta, a la puerta que mira hacia el oriente;
Y he aquí la gloria del Dios de Israel, que venía de hacia el oriente; y su sonido era como el sonido de muchas aguas, y la tie­rra resplandecía a causa de su gloria.
Y la visión que vi era como la visión, como aquella visión que vi cuando vine para destruir la ciudad: y las visiones eran como la visión que vi junto al río de Quebar; y caí sobre mi rostro.
Y la gloria del SEÑOR entró en la casa por la vía de la puerta que daba cara al oriente.
Y alzóme el espíritu, y metió­me en el patio de adentro; y he aquí que la gloria del SEÑOR hinchió la casa.
Y oí uno que me hablaba desde la casa: y un varón estaba junto a mí.
Y díjome: Hijo del hombre, este es el lugar de mi trono, y el lugar de las plantas de mis pies, en el cual habitaré entre los hijos de Israel para siempre: y nunca más contaminará la casa de Israel mi santo nombre, ni ellos ni sus reyes, con sus fornicacio­nes, y con los cuerpos muertos de sus reyes en sus altares:
Y poniendo ellos su umbral junto a mi umbral, y su poste junto a mi poste, y no más que pared entre mí y ellos, contami­naron mi santo nombre con sus abominaciones que hicieron: consumílos por tanto en mi furor.
Ahora echarán lejos de mí su fornicación, y los cuerpos muer­tos de sus reyes, y habitaré en medio de ellos para siempre.
10 Tú, hijo del hombre, muestra a la casa de Israel esta casa, y avergüéncense de sus pecados, y midan el modelo.
11 Y si se avergonzaren de todo lo que han hecho, hazles enten­der la figura de la casa, y su traza, y sus salidas y sus entradas, y todas sus formas, y todas sus ordenanzas, y todas sus confi­guraciones, y todas sus leyes: y descríbelo delante de sus ojos, para que guarden toda su forma, y todas sus ordenanzas, y las pongan por obra.
12 Ésta es la ley de la casa: Sobre la cumbre del monte, todo su tér­mino alrededor será santísimo. He aquí que ésta es la ley de la casa.
13 Y éstas son las medidas del altar por codos (el codo de a codo y palmo). El seno, de un codo, y de un codo el ancho; y su remate por su borde alrededor, de un palmo. Éste será el fondo alto del altar.
14 Y desde el seno de sobre el suelo hasta el lugar de abajo, dos codos, y la anchura de un codo: y desde el lugar menor hasta el lugar mayor, cuatro codos, y la anchura de un codo.
15 Y el altar, de cuatro codos, y encima del altar, cuatro cuernos.
16 Y el altar tenía doce codos de largo, y doce de ancho, cuadrado a sus cuatro lados.
17 Y el área, de catorce codos de longitud, y catorce de anchura en sus cuatro lados, y de medio codo el borde alrededor: y el seno de un codo por todos lados; y sus gradas estaban al oriente.
18 Y díjome: Hijo del hombre, así ha dicho el Señor DIOS: Éstas son las ordenanzas del altar el día en que será hecho, para ofrecer sobre él holocausto, y para rociar sobre él sangre.
19 Darás a los sacerdotes levitas que son del linaje de Sadoc, que se allegan a mí, dice el Señor DIOS, para ministrarme, un becerro de la vacada para expia­ción.
20 Y tomarás de su sangre, y pondrás en los cuatro cuernos del altar, y en las cuatro esquinas del área, y en el borde alrededor: así lo limpiarás y purificarás.
21 Tomarás luego el becerro de la expiación, y lo quemarás conforme a la ley de la casa, fuera del santuario.
22 Y al segundo día ofrecerás un macho de cabrío sin defecto, para expiación; y purificarán el altar como lo purificaron con el becerro.
23 Cuando acabares de expiar, ofrecerás un becerro de la vacada sin defecto, y un carnero sin tacha de la manada:
24 Y los ofrecerás delante del SEÑOR, y los sacerdotes echa­rán sal sobre ellos, y los ofrece­rán en holocausto al SEÑOR.
25 Por siete días sacrificarán un macho cabrío cada día en expia­ción; asimismo sacrificarán el becerro de la vacada y un carne­ro sin tacha del rebaño.
26 Por siete días expiarán el altar, y lo purificarán, y ellos se consa­grarán sus manos.
27 Y acabados estos días, al octa­vo día, y en adelante, sacrificarán los sacerdotes sobre el altar vues­tros holocaustos y vuestros pací­ficos; y me seréis aceptos, dice el Señor DIOS.