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A TODOS los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad, y comed. Venid, comprad, sin dinero y sin precio, vino y leche.
¿Por qué gastáis el dinero no en pan, y vuestro trabajo no en abundancia? Oidme atentamente, y comed del bien, y deleitaráse vuestra alma con grosura.
Inclinad vuestros oídos, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.
He aquí, que yo lo di por testi­go a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones.
He aquí, llamarás a una nación que no conociste, y naciones que no te conocieron correrán a ti; por causa del SEÑOR tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honra­do.
Buscad al SEÑOR mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamien­tos; y vuélvase al SEÑOR, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.
Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo el SEÑOR.
Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.
10 Porque como desciende del cielo la lluvia, y la nieve, y no vuelve allá, sino que harta la tierra, y la hace germinar y pro­ducir, y da simiente al que siem­bra, y pan al que come:
11 Así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, antes hará lo que yo quie­ro, y será prosperada en aquello para que la envié.
12 Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los mon­tes y los collados levantarán can­ción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán pal­madas de aplauso.
13 En lugar de la zarza crecerá haya, y en lugar de la ortiga cre­cerá arrayán: y será al SEÑOR por nombre, por señal eterna que nunca será raída.