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DICEN: Si alguno dejare su esposa, y yéndose ésta de él se juntare a otro hombre, ¿volverá a ella más? ¿no será tal tierra del todo amancillada? Tú pues has fornicado con muchos amigos; mas vuélvete a mí, dijo el SEÑOR.
Alza tus ojos a los altos, y ve en qué lugar no te hayas publicado: para ellos te sentabas en los caminos, como árabe en el desierto; y con tus fornicaciones y con tu malicia has contamina­do la tierra.
Por esta causa las aguas han sido detenidas, y faltó la lluvia de la tarde; y has tenido frente de mala mujer, ni quisiste tener ver­güenza.
A lo menos desde ahora, ¿no clamarás a mí, Padre mío, guia­dor de mi juventud?
¿Guardará su enojo para siem­pre? ¿eternalmente lo guardará? He aquí que has hablado y hecho cuantas maldades pudiste.
Y díjome el SEÑOR en días del rey Josías: ¿Has visto lo que ha hecho la rebelde Israel? Vase ella sobre todo monte alto y debajo de todo árbol umbroso, y allí fornica.
Y dije después que hizo todo esto: Vuélvete a mí; mas no se volvió. Y vio la rebelde su her­mana Judá.
Y vi, que por todas estas causas en las cuales cometió adulterio la rebelde Israel, le había despedido, y dándole carta de divorcio; aun no tuvo temor su hermana Judá, sino también se fue y se prostituyó.
Y sucedió que por la liviandad de su fornicación la tierra fue contaminada, y adulteró con la piedra y con el leño.
10 Y con todo esto, la rebelde su hermana Judá no se tornó a mí de todo su corazón, sino mentirosa­mente, dice el SEÑOR.
11 Y díjome el SEÑOR: Justificado ha su alma la rebelde Israel en comparación de la desle­al Judá.
12 Ve, y clama estas palabras hacia el norte, y di: Vuélvete, oh rebelde Israel, dice el SEÑOR; no haré caer mi ira sobre vosotros: porque misericordioso soy yo, dice el SEÑOR, no guardaré para siempre el enojo.
13 Sólo reconoce tu iniquidad, porque contra el SEÑOR tu Dios has prevaricado, y tus caminos has derramado a los extraños debajo de todo árbol umbroso, y no oíste mi voz, dice el SEÑOR.
14 Convertíos, hijos rebeldes, dice el SEÑOR, porque yo soy vuestro esposo: y os tomaré uno de una ciudad, y dos de una familia, y os introduciré en Sión;
15 Y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten de conocimiento y de entendimien­to.
16 Y acontecerá, que cuando os multiplicareis y creciereis en la tierra, en aquellos días, dice el SEÑOR, no se dirá más: Arca del pacto del SEÑOR; ni vendrá al pensamiento, ni se acordarán de ella, ni la visitarán, ni se hará más.
17 En aquel tiempo llamarán a Jerusalem Trono del SEÑOR, y todas las naciones se congregarán a ella en el nombre del SEÑOR en Jerusalem: ni andarán más tras la dureza de su corazón malvado.
18 En aquellos tiempos irán de la casa de Judá a la casa de Israel, y vendrán juntamente de tierra del norte a la tierra que hice here­dar a vuestros padres.
19 Pero yo dije: ¿Cómo te pondré por hijos, y te daré la tie­rra deseable, la rica heredad de los ejércitos de las naciones? Y dije: Padre mío me llamarás, y no te apartarás de en pos de mí.
20 Mas como la esposa quiebra la fe de su compañero, así preva­ricasteis contra mí, oh casa de Israel, dice el SEÑOR.
21 Voz sobre las alturas fue oída, llanto de los ruegos de los hijos de Israel; porque han torcido su camino, del SEÑOR su Dios se han olvidado.
22 Convertíos, hijos rebeldes, sanaré vuestras rebeliones. He aquí nosotros venimos a ti; porque tú eres el SEÑOR nuestro Dios.
23 Ciertamente en vano se espera la salvación de los collados, y de la multitud de los montes: verdaderamente la salvación de Israel está en el SEÑOR nuestro Dios.
24 Confusión consumió el trabajo de nuestros padres desde nuestra mocedad; sus ovejas, sus vacas, sus hijos y sus hijas.
25 Yacemos en nuestra confu­sión, y nuestra afrenta nos cubre: porque pecamos contra el SEÑOR nuestro Dios, nosotros y nuestros padres, desde nuestra juventud y hasta este día; y no hemos escuchado la voz del SEÑOR nuestro Dios.