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LA palabra del SEÑOR que vino a Jeremías profeta, contra los gentiles.
En orden a Egipto: contra el ejército de Faraón Necao rey de Egipto, que estaba cerca del río Éufrates en Carquemis, al cual hirió Nabucodonosor rey de Babilonia el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá.
Aparejad escudo y pavés, y venid a la guerra.
Uncid caballos, y subid, voso­tros los caballeros, y poneos con capacetes; limpiad las lanzas, vestíos de lorigas.
¿Por qué los vi medrosos, tor­nando atrás? y sus valientes fue­ron deshechos, y huyeron a más huir sin volver a mirar atrás: miedo de todas partes, dice el SEÑOR.
No huya el ligero, ni el valien­te escape; al norte junto a la ribera del Éufrates tropezaron y cayeron.
¿Quién es éste que como río sube, y cuyas aguas se mueven como ríos?
Egipto como río se hincha, y las aguas se mueven como ríos, y dijo: Subiré, cubriré la tierra, destruiré la ciudad y los que en ella moran.
Subid, caballos, y alborotaos, carros; y salgan los valientes: los etíopes y los de Libia que toman escudo, y los lidios que toman y entesan arco.
10 Mas ese día será al Señor DIOS de los ejércitos día de ven­ganza, para vengarse de sus ene­migos: y la espada devorará y se hartará, y se embriagará de la sangre de ellos: porque sacrificio será al Señor DIOS de los ejér­citos, en tierra del norte junto al río Éufrates.
11 Sube a Galaad, y toma bálsamo, virgen hija de Egipto: por demás multiplicarás medicinas; no hay cura para ti.
12 Las naciones oyeron tu afrenta, y tu clamor hinchió la tierra: por­que fuerte se encontró con fuerte, y cayeron ambos juntos.
13 Palabra que habló el SEÑOR a Jeremías profeta acerca de la venida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, para herir la tierra de Egipto:
14 Denunciad en Egipto, y haced saber en Migdol: haced saber también en Nof y en Tafnes; decid: Para, y apercíbete; porque espada ha de devorar tu comarca.
15 ¿Por qué ha sido derribado tu fuerte? no se pudo tener, porque el SEÑOR lo rempujó.
16 Multiplicó los caídos, y cada uno cayó sobre su compañero, y dijeron: Levántate y volvámonos a nuestro pueblo, y a la tierra de nuestro nacimiento, de delante de la espada vencedora.
17 Allí gritaron: Faraón rey de Egipto, rey de revuelta: dejó pasar el tiempo señalado.
18 Vivo yo, dice el Rey, cuyo nombre es el SEÑOR de los ejér­citos, que como Tabor entre los montes, y como Carmelo en el mar, así vendrá.
19 Hazte vasos de transmigra­ción, moradora hija de Egipto; porque Nof será por yermo, y será asolado hasta no quedar morador.
20 Becerra hermosa Egipto; mas viene destrucción, del norte viene.
21 Sus soldados también en medio de ella como engordados becerros: que también ellos se volvieron, huyeron todos sin pararse: porque vino sobre ellos el día de su quebrantamiento, el tiempo de su visitación.
22 Su voz saldrá como de ser­piente; porque con ejército ven­drán, y con hachas vienen a ella como cortadores de leña.
23 Cortaron su bosque, dice el SEÑOR, porque no podrán ser contados; porque serán más que langostas, ni tendrán número.
24 Avergonzóse la hija de Egipto; entregada será en mano del pueblo del norte.
25 El SEÑOR de los ejércitos, Dios de Israel, ha dicho: He aquí que yo visito el pueblo de Amón de No, y a Faraón y a Egipto, y a sus dioses y a sus reyes; así a Faraón como a los que en él con­fían.
26 Y entregarélos en mano de los que buscan su alma, y en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en mano de sus sier­vos: mas después será habitada como en los días pasados, dice el SEÑOR.
27 Y tú no temas, siervo mío Jacob, y no desmayes, Israel; porque he aquí que yo te salvo de lejos, y a tu simiente de la tierra de su cautividad. Y volverá Jacob, y descansará y será pros­perado, y no habrá quien lo espante.
28 Tú, siervo mío Jacob, no temas, dice el SEÑOR; porque yo soy contigo: porque haré con­sumación en todas las naciones a las cuales te habré echado; mas en ti no haré consumación, sino que te castigaré con juicio, y no te talaré del todo.