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DE los hijos de Amón. Así ha dicho el SEÑOR: ¿No tiene hijos Israel? ¿No tiene heredero? ¿Por qué tomó como por heredad el rey de ellos a Gad, y su pueblo habitó en sus ciudades?
Por tanto, he aquí vienen días, ha dicho el SEÑOR, en que haré oír en Rabá de los hijos de Amón clamor de guerra; y será puesta en montón de asolamien­to, y sus ciudades serán puestas a fuego, e Israel tomará por heredad a los que los tomaron a ellos, ha dicho el SEÑOR.
Aúlla, oh Hesbón, porque des­truída es Hai; clamad, hijas de Rabá, vestíos de cilicio, ende­chad, y rodead por los vallados, porque el rey de ellos fue en cau­tiverio, sus sacerdotes y sus prín­cipes juntamente.
¿Por qué te glorías de los valles? Tu valle se deshizo, oh hija contumaz, la que confía en sus tesoros, la que dice: ¿Quién vendrá contra mí?
He aquí yo traigo sobre ti espanto, dice el Señor DIOS de los ejércitos, de todos tus alrede­dores; y seréis lanzados cada uno en derechura de su rostro, y no habrá quien recoja al errante.
Y después de esto haré tornar la cautividad de los hijos de Amón, dice el SEÑOR.
De Edom. Así ha dicho el SEÑOR de los ejércitos: ¿No hay más sabiduría en Temán? ¿ha perecido el consejo en los sabios? ¿corrompióse su sabidu­ría?
Huid, volveos, escondeos en simas para estar, oh moradores de Dedán; porque el quebranta­miento de Esaú traeré sobre él, al tiempo que lo tengo de visitar.
Si vendimiadores vinieran con­tra ti, ¿no dejarán rebuscos? Si ladrones de noche, tomarán lo que hubieren menester.
10 Mas yo desnudaré a Esaú, descubriré sus escondrijos, y no podrá esconderse: será destruída su simiente, y sus hermanos, y sus vecinos; y no será.
11 Deja tus huérfanos, yo los criaré; y en mí se confiarán tus viudas.
12 Porque así ha dicho el SEÑOR: He aquí que los que no estaban condenados a beber de la copa, beberán ciertamente; ¿y serás tú absuelto del todo? No serás absuelto, sino que de cierto beberás.
13 Porque por mí he jurado, dice el SEÑOR, que en asolamiento, en oprobio, en soledad, y en mal­dición, será Bosra; y todas sus ciudades serán en asolamientos perpetuos.
14 La fama oí, que del SEÑOR había sido enviado mensajero a las gentes, diciendo: Juntaos, y venid contra ella, y levantaos a la batalla.
15 Porque he aquí que pequeño te he puesto entre las gentes, menos­preciado entre los hombres.
16 Tu arrogancia te engañó, y la soberbia de tu corazón, tú que habitas en cavernas de peñas, que tienes la altura del monte: aunque alces como águila tu nido, de allí te haré descender, dice el SEÑOR.
17 Y será Edom en asolamiento: todo aquel que pasare por ella se espantará, y silbará sobre todas sus plagas.
18 Como el trastornamiento de Sodoma y de Gomorra, y de sus ciudades vecinas, dice el SEÑOR, no morará allí nadie, ni la habitará hijo de hombre.
19 He aquí que como león subirá de la hinchazón del Jordán con­tra la bella y robusta; porque muy pronto harélo correr de sobre ella, y al que fuere escogido la encargaré; porque ¿Quién es semejante a mí? ¿y quién me emplazará? ¿y quién será aquel pastor que me podrá resistir?
20 Por tanto, oíd el consejo del SEÑOR, que ha acordado sobre Edom; y sus pensamientos, que ha resuelto sobre los moradores de Temán. Ciertamente los más pequeños del hato los arrastra­rán, y destruirán sus moradas con ellos.
21 Del estruendo de la caída de ellos la tierra tembló, y el grito de su voz se oyó en el mar Bermejo.
22 He aquí que como águila subirá y volará, y extenderá sus alas sobre Bosra: y el corazón de los valientes de Edom será en aquel día como el corazón de mujer en angustias.
23 Acerca de Damasco. Confundióse Hamat, y Arfad, porque oyeron malas nuevas: derritiéronse en aguas de desma­yo, no pueden sosegarse.
24 Desmayóse Damasco, volvió­se para huir, y tomóle temblor: angustia y dolores le tomaron, como de mujer que está de parto.
25 ¡Cómo dejaron a la ciudad de alabanza, ciudad de mi gozo!
26 Por tanto, sus mancebos cae­rán en sus plazas, y todos los hombres de guerra morirán en aquel día, ha dicho el SEÑOR de los ejércitos.
27 Y haré encender fuego en el muro de Damasco, y consumirá las casas de Ben-hadad.
28 De Cedar y de los reinos de Hasor, los cuales hirió Nabucodonosor rey de Babilonia. Así ha dicho el SEÑOR: Levantaos, subid contra Cedar, y destruid los hijos de orien­te.
29 Sus tiendas y sus ganados tomarán: sus cortinas, y todos sus vasos, y sus camellos, toma­rán para sí; y llamarán contra ellos miedo alrededor.
30 Huid, trasponeos muy lejos, meteos en simas para estar, oh moradores de Hasor, dice el SEÑOR; porque tomó consejo contra vosotros Nabucodonosor rey de Babilonia, y contra voso­tros ha formado designio.
31 Levantaos, subid a la nación rica, que vive confiadamente, dice el SEÑOR, que ni tienen puertas ni cerrojos, que viven solitarios.
32 Y serán sus camellos por presa, y la multitud de sus gana­dos por despojo; y esparcirélos por todos vientos, echados hasta el postrer rincón; y de todos sus lados les traeré su ruina, dice el SEÑOR.
33 Y Hasor será morada de dra­gones, soledad para siempre: ninguno morará allí, ni la habita­rá hijo de hombre.
34 Palabra del SEÑOR que vino a Jeremías profeta acerca de Elam, en el principio del reinado de Sedequías rey de Judá, diciendo:
35 Así ha dicho el SEÑOR de los ejércitos: He aquí que yo quiebro el arco de Elam, principio de su fortaleza.
36 Y traeré sobre Elam los cuatro vientos de los cuatro puntos del cielo, y aventarélos a todos estos vientos; ni habrá nación adonde no vengan extranjeros de Elam.
37 Y haré que Elam se intimide delante de sus enemigos, y delante de los que buscan su alma; y traeré sobre ellos mal, y el furor de mi enojo, dice el SEÑOR; y enviaré en pos de ellos espada hasta que los acabe.
38 Y pondré mi silla en Elam, y destruiré de allí rey y príncipe, dice el SEÑOR.
39 Mas acontecerá en lo postrero de los días, que haré tornar la cautividad de Elam, dice el SEÑOR.