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Y RESPONDIÓ Zofar nahamatita, y dijo:
Por cierto mis pensamientos me hacen responder, y por tanto me apresuro.
La reprensión de mi censura he oído, y háceme responder el espíritu de mi entendimiento.
¿No sabes esto que fue siem­pre, desde el tiempo que fue puesto el hombre sobre la tierra,
Que la alegría de los impíos es breve, y el gozo del hipócrita por un momento?
Si subiere su altivez hasta los cielos, y su cabeza tocare en las nubes,
Con su estiércol perecerá para siempre: los que le hubieren visto, dirán: ¿Qué es de él?
Como sueño volará, y no será hallado: y disiparáse como visión nocturna.
El ojo que le habrá visto, nunca más le verá; ni su lugar le echará más de ver.
10 Sus hijos pobres andarán rogando; y sus manos tornarán lo que él robó.
11 Sus huesos están llenos de sus mocedades, y con él serán sepul­tados en el polvo.
12 Si el mal se endulzó en su boca, si lo ocultaba debajo de su lengua;
13 Si le parecía bien, y no lo deja­ba, mas antes lo detenía entre su paladar;
14 Su comida se mudará en sus entrañas, hiel de áspides será den­tro de él.
15 Devoró riquezas, mas vomita­rálas; de su vientre las sacará Dios.
16 Veneno de áspides chupará; matarálo lengua de víbora.
17 No verá los arroyos, los ríos, los torrentes de miel y de mante­ca.
18 Restituirá su trabajo, y no lo tragará; según su sustancia será la restitución, y no se gozará en ello.
19 Por cuanto quebrantó y des­amparó a los pobres, robó casas, y no las edificó;
20 Por tanto, no sentirá él sosie­go en su vientre, ni salvará nada de lo que codiciaba.
21 No quedó nada que no comie­se: por tanto su bien no será dura­ble.
22 Cuando fuere lleno su basti­mento, tendrá angustia: las manos todas de los malvados vendrán sobre él.
23 Cuando se pusiere a henchir su vientre, Dios enviará sobre él el furor de su ira, y harála llover sobre él y sobre su comida.
24 Huirá de las armas de hierro, y el arco de acero le atravesará.
25 Desenvainará y sacará saeta de su aljaba, y relumbrante pasa­rá por su hiel: sobre él vendrán terrores.
26 Todas tinieblas están guarda­das para sus secretos: fuego no soplado lo devorará; su sucesor será quebrantado en su tienda.
27 El cielo descubrirá su iniquidad, y la tierra se levantará contra él.
28 Los renuevos de su casa serán trasportados; serán derramados en el día de su furor.
29 Ésta es la porción que Dios apa­reja al hombre impío, y la heredad que Dios le señala por su palabra.