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Y VINO la palabra del SEÑOR segunda vez a Jonás, diciendo:
Levántate, y ve a Nínive, aque­lla gran ciudad, y predica en ella el mensaje que yo te diré.
Y levantóse Jonás, y fue a Nínive, conforme a la palabra del SEÑOR. Y era Nínive ciudad sobremanera grande, de tres días de camino.
Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y pregonaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destrui­da.
Y los hombres de Nínive cre­yeron a Dios, y proclamaron ayuno, y vistiéronse de cilicio desde el mayor de ellos hasta el menor de ellos.
Y llegó el negocio hasta el rey de Nínive, y levantóse de su silla, y echó de sí su manto, y cubrió­se de cilicio, y se sentó sobre ceni­za.
E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandado del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna, no se les dé alimento, ni beban agua:
Y que se cubran de cilicio los hombres y los animales, y cla­men a Dios fuertemente: y con­viértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que está en sus manos.
¿Quién sabe si se volverá y arrepentirá Dios, y se apartará del furor de su ira, y no perecere­mos?
10 Y vio Dios sus obras, que se volvieron de su mal camino: y arrepintióse del mal que había dicho que les había de hacer, y no lo hizo.