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Y HABLÓ el SEÑOR a Moisés, diciendo:
Habla a los hijos de Israel, diciendo: Si una mujer concibiere y pariere, y naciere varón, será inmun­da siete días; conforme a los días que está separada por su mens­truo, será inmunda.
Y al octavo día circuncidará la carne del prepucio de él.
Mas ella permanecerá treinta y tres días en la sangre de su purificación: ninguna cosa santa toca­rá, ni vendrá al santuario, hasta que sean cumplidos los días de su purgación.
Y si pariere hembra será inmunda dos semanas, conforme a su separación, y sesenta y seis días estará purificándose de su sangre.
Y cuando los días de su purificación fueren cumplidos, por hijo o por hija, traerá un cordero de un año para ofrenda quemada, y un palo­mino o una tórtola para expia­ción, a la puerta del tabernáculo de la congregación, al sacerdote:
Y él ofrecerá delante del SEÑOR, y hará expiación por ella, y será limpia del flujo de su sangre. Ésta es la ley de la que pariere varón o hembra.
Y si no puede traer un cordero, toma­rá entonces dos tórtolas o dos palominos, uno para ofrenda quemada, y otro para expiación: y el sacer­dote hará expiación por ella, y será limpia.