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EL hijo sabio escucha la instruc- ción de su padre: mas el burlador no escucha la reprensión.
Del fruto de su boca el hombre comerá bien: mas el alma de los prevaricadores comerá violencia.
El que guarda su boca guarda su alma: mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.
Desea, y nada alcanza el alma del perezoso: mas el alma de los diligentes será engordada.
El justo aborrece la palabra de mentira: mas el impío se hace odioso e infame.
La justicia guarda al de perfecto camino: mas la impiedad tras­tornará al pecador.
Hay quienes se hacen ricos, y no tienen nada: y hay quienes se hacen pobres, y tienen muchas riquezas.
El rescate de la vida del hom­bre son sus riquezas: pero el pobre no oye reprensión.
La luz de los justos se alegrará: mas apagaráse la lámpara de los impíos.
10 Sólo por la soberbia viene la contienda: mas con los avisa­dos está la sabiduría.
11 Disminuiránse las riquezas de vanidad: pero multiplicará el que allega con su mano.
12 La esperanza que se prolonga, es tormento del corazón: mas árbol de vida es el deseo cumpli­do.
13 El que menosprecia la pala­bra, perecerá por ello: mas el que teme el mandamiento, será recompensado.
14 La ley del sabio es manantial de vida, para apartarse de los lazos de la muerte.
15 El buen entendimiento conci­liará gracia: mas el camino de los prevaricadores es duro.
16 Todo hombre prudente obra con conocimiento: mas el necio manifestará su necedad.
17 El mal mensajero caerá en mal: mas el embajador fiel es salud.
18 Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el consejo: mas el que guarda la corrección, será honrado.
19 El deseo cumplido deleita el alma: pero apartarse del mal es abominación a los necios.
20 El que anda con los sabios, sabio será; mas el que se allega a los necios, será quebrantado.
21 Mal perseguirá a los pecado­res: mas a los justos les será bien retribuído.
22 El bueno dejará herederos a los hijos de los hijos; y el haber del pecador, para el justo está guardado.
23 En el barbecho de los pobres hay mucho pan: mas piérdese por falta de juicio.
24 El que detiene la vara, a su hijo aborrece: mas el que lo ama, madruga a castigarlo.
25 El justo come hasta saciar su alma: mas el vientre de los impí­os tendrá necesidad.