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Al Músico principal: en Neginot: Masquil de David.
ESCUCHA, oh Dios, mi oración, y no te escondas de mi súplica.
Estáme atento, y respóndeme: clamo en mi oración, y levanto el grito,
A causa de la voz del enemigo, por la opresión del impío; porque echaron sobre mí iniquidad, y con furor me han amenazado.
Mi corazón está doloroso den­tro de mí, y terrores de muerte sobre mí han caído.
Temor y temblor vinieron sobre mí, y terror me ha cubierto.
Y dije: ¡Oh que me diera alas como de paloma! volaría yo, y descansaría.
Ciertamente huiría lejos: mora­ría en el desierto. Selah.
Apresuraríame a escapar del viento tempestuoso, de la tem­pestad.
Deshace, oh Señor, divide la lengua de ellos; porque he visto violencia y rencilla en la ciudad.
10 Día y noche la rodean sobre sus muros; e iniquidad y trabajo hay en medio de ella.
11 Agravios hay en medio de ella, y el fraude y engaño no se apartan de sus plazas.
12 Porque no me afrentó un ene­migo, lo cual habría soportado; ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me hubiera ocultado de él:
13 Mas tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi fami­liar:
14 Que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, a la casa de Dios andábamos en compa­ñía.
15 Condenados sean a muerte, desciendan vivos al infierno: porque maldades hay en su com­pañía, entre ellos.
16 Yo a Dios clamaré; y el SEÑOR me salvará.
17 Tarde y mañana y a medio día oraré y clamaré; y él oirá mi voz.
18 Él ha redimido en paz mi alma de la guerra contra mí; pues fueron contra mí muchos.
19 Dios oirá, y los quebrantará luego, el que desde la antigüedad permanece. Selah. Por cuanto no se mudan, ni temen a Dios.
20 Extendió sus manos contra sus pacíficos: violó su pacto.
21 Ablandan más que manteca su boca, pero guerra hay en su corazón: suavizan sus palabras más que el aceite, mas ellas son espadas.
22 Echa sobre el SEÑOR tu carga, y él te sustentará; no deja­rá para siempre caído al justo.
23 Mas tú, oh Dios, harás des­cender aquéllos al pozo de la sepultura: los hombres sanguina­rios y engañadores no demedia­rán sus días: pero yo confiaré en ti.