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YO vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía: cogido he mi mirra y mis aromas; he comido mi panal y mi miel, mi vino y mi leche he bebido. Comed, amigos; bebed en abundancia, oh amados.
Yo dormía, pero mi corazón velaba: la voz de mi amado que llamaba: Abreme, hermana mía, amada mía, paloma mía, perfec­ta mía; porque mi cabeza está llena de rocío, mis cabellos de las gotas de la noche.
Heme desnudado mi ropa; ¿cómo la tengo de vestir? He lavado mis pies; ¿cómo los tengo de ensuciar?
Mi amado metió su mano por el agujero, y mis entrañas se con­movieron dentro de mí.
Yo me levanté para abrir a mi amado, y mis manos gotearon mirra, y mis dedos mirra que corría sobre las aldabas del can­dado.
Abrí yo a mi amado; Mas mi amado se había ido, había ya pasado: y tras su hablar salió mi alma: busquélo, y no lo hallé; lla­mélo, y no me respondió.
Halláronme los guardas que rondan la ciudad: hiriéronme, llagáronme, quitáronme mi manto de encima los guardas de los muros.
Yo os conjuro, oh hijas de Jerusalem, si hallareis a mi amado, que le hagáis saber cómo de amor estoy enferma.
¿Qué es tu amado más que otro amado, oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Qué es tu amado más que otro amado, que así nos conjuras?
10 Mi amado es blanco y rubio, señalado entre diez mil.
11 Su cabeza, como oro finísimo; sus cabellos crespos, negros como el cuervo.
12 Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas, que se lavan con leche, y a la perfección colocados.
13 Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fra­gantes flores: sus labios, como lirios que destilan mirra que tras­ciende.
14 Sus manos, como anillos de oro engastados de berilo: su vientre, como claro marfil cubierto de zafiros.
15 Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de fino oro: su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros.
16 Su paladar, dulcísimo: y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi amigo, oh hijas de Jerusalem.