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¡AY de la ciudad ensuciada y contaminada y opresora!
No escuchó la voz, ni recibió la disciplina: no se confió en el SEÑOR, no se acercó a su Dios.
Sus príncipes en medio de ella son leones rugientes: sus jue­ces, lobos de tarde que no dejan hueso para la mañana:
Sus profetas, livianos, hombres prevaricadores: sus sacerdotes contaminaron el santuario, false­aron la ley.
El SEÑOR justo en medio de ella, no hará iniquidad: de maña­na sacará a luz su juicio, nunca falta: mas el perverso no tiene vergüenza.
Hice talar naciones; sus castillos están asolados; hice desiertas sus calles, hasta no quedar quien pase: sus ciudades están asoladas hasta no quedar hombre, hasta no quedar morador.
Dije: Ciertamente me temerás, recibirás corrección; y no será su habitación derruída por todo aquello sobre que los visité. Mas ellos se levantaron de mañana y corrompieron todas sus obras.
Por tanto, esperadme, dice el SEÑOR, al día que me levantaré al despojo: porque mi determina­ción es reunir las naciones, juntar los reinos, para derramar sobre ellos mi enojo, todo el furor de mi ira; porque del fuego de mi celo será consumida toda la tie­rra.
Por entonces volveré yo a los pueblos un lenguaje puro, para que todos invoquen el nombre del SEÑOR, para que de un consen­timiento le sirvan.
10 De esa parte de los ríos de Etiopía, mis suplicantes, la hija de mis esparcidos, me traerán ofrenda.
11 En aquel día no serás avergonzada por ninguna de tus obras con que te rebelaste contra mí; porque entonces quitaré de en medio de ti los que se alegran en tu soberbia, y nunca más te ensoberbecerás del monte de mi santidad.
12 Y dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, los cua­les esperarán en el nombre del SEÑOR.
13 El resto de Israel no hará iniquidad, ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa: porque ellos serán apacentados y dormirán, y no habrá quien los espante.
14 Canta, oh hija de Sión: da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalem.
15 El SEÑOR ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus ene­migos: el SEÑOR es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás mal.
16 En aquel tiempo se dirá a Jerusalem: No temas: Sión, no se debiliten tus manos.
17 El SEÑOR en medio de ti, poderoso, él salvará; gozaráse sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cantar.
18 Reuniré a los fastidiados para la asamblea solemne; tuyos fueron; para quienes el oprobio de ella era una carga.
19 He aquí, en aquel tiempo yo apremiaré a todos tus opresores; y salvaré la coja, y recogeré la descarriada; y pondrélos por ala­banza y por renombre en todo país de confusión.
20 En aquel tiempo yo os traeré, en aquel tiempo os reuniré yo; pues os daré por renombre y por alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando tornaré vues­tros cautivos delante de vuestros ojos, dice el SEÑOR.