1 Tesalonicenses
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Esta carta viene de parte de Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los Tesalonicenses que pertenecen a Dios el Padre y al Señor Jesucristo. Deseamos que tengan gracia y paz. Siempre le damos gracias a Dios por todos ustedes, y los recordamos en nuestras oraciones. Recordamos delante de nuestro Dios y Padre la manera como ustedes practican la fe en él, y cómo trabajan arduamente con amor, y que con paciencia guardan la esperanza de nuestro Señor Jesucristo. Hermanos y hermanas, ya sabemos que Dios los ama y que ustedes son muy especiales para él. La buena noticia que les llevamos no eran solo palabras, sino que estaba llena de poder también, pues el Espíritu Santo los convenció por completo. Del mismo modo, ustedes saben qué tipo de hombres somos, pues les demostramos que estábamos trabajando por el bien de ustedes.
Ustedes fueron imitadores de nosotros y de Dios cuando recibieron el mensaje, pues a pesar de sus problemas experimentaron el gozo que viene del Espíritu Santo. De modo que ustedes se han convertido en un ejemplo para todos los creyentes en Macedonia y Grecia.* Literalmente, “Acaya”, también aplica al versículo 8. Porque ustedes han difundido el mensaje del Señor, no solo en Macedonia y Grecia, sino que en todas partes la gente ha oído de su fe en Dios, de modo que no necesitamos hablarle a nadie de ello. De hecho, todos hablan acerca del maravilloso recibimiento que ustedes nos dieron y cómo abandonaron los ídolos y se volvieron a Dios para servirle como al Dios viviente y verdadero, 10 mientras aguardan la venida de su Hijo, Jesús, al que Dios levantó de los muertos, y quien nos salvará del juicio que está por venir.

*1.7 Literalmente, “Acaya”, también aplica al versículo 8.