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Un cántico para los peregrinos que van a Jerusalén.
¡Felices son los que alaban al Señor, todos los que siguen sus caminos!
Ustedes comerán el producto de sus manos. Estarán felices y les irá bien.
Tu esposa será como una vid fructífera creciendo en tu casa. Tus hijos serán como retoños de olivo alrededor de tu mesa.
Esta será la bendición del Señor para los que lo adoran.
Que el Señor te bendiga desde Sión; que veas a Jerusalén prosperar todos los días de tu vida.
Que veas a los hijos de tus hijos. ¡Y que Israel esté en paz!