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Que suene la trompeta en Sion, y un grito de guerra en Sión; que tiemble todo el pueblo de la tierra, porque viene el día del Señor;
Porque se acerca un día de sombra oscura y profunda, un día de nubes y noche negra; como una nube negra, un pueblo grande y fuerte cubre las montañas; como la aurora, nunca ha habido ninguno como ellos y no lo habrá, de generación en generación.
Ante ellos, el fuego envía destrucción, y después de ellos arde la llama; la tierra es como el jardín del Edén, delante de ellos, y después de ellos un desierto no poblado; verdaderamente, nada se ha mantenido a salvo de ellos.
Su aspecto es como el aspecto de los caballos, y corren como caballos de guerra.
Como el sonido de los carruajes de guerra, saltan a las cimas de las montañas; como el ruido de una llama de fuego que quema los tallos de los granos, como un pueblo fuerte en fila para la pelea.
Al llegar, las personas se doblan de dolor; todas las caras palidecen.
Corren como hombres fuertes, cruzan el muro como hombres de guerra; cada hombre sigue su camino, sus líneas no se rompen.
Nadie está empujando contra otro; todo el mundo sigue su camino; atravesando el filo de la espada, su orden no se rompe.
Se apresuran en la ciudad, corriendo por la pared; suben a las casas y entran por las ventanas como un ladrón.
10 La tierra está turbada ante ellos y los cielos tiemblan; el sol y la luna se han oscurecido, y las estrellas retienen su brillo.
11 Y el Señor da su voz delante de su ejército; porque muy grande es su ejército; porque él es fuerte y hace cumplir su palabra; porque el día del Señor es grande y muy temible, ¿y quién podrá resistirlo?
12 Pero aun ahora, dice el Señor, vuelve acon todo tu corazón, con ayuno, con llanto y tristeza:
13 Que se rompan sus corazones, y no tu ropa, y vuelve al Señor tu Dios; porque él está lleno de gracia y piedad, lento para enojarse y grande en misericordia, listo para ser apartado de su propósito de castigo.
14 ¿Quién sabe si volverá y se apiade y les deje una bendición, incluso una ofrenda de cereales y una ofrenda de bebida para el Señor su Dios?
15 Que suene un cuerno en Sión, que se fije un tiempo de ayuno, que tengan una reunión sagrada.
16 Reúnan a la gente, santifiquen la asamblea, envíen a buscar a los viejos, junten a los niños y los bebés de pecho. Que el hombre recién casado salga de su habitación y la novia de su tálamo.
17 Que los sacerdotes, los siervos del Señor, lloren entre el pórtico y el altar, y que digan: Ten piedad de tu pueblo, oh Señor, no entregues a tu herencia, al oprobio, a la burla de las naciones, para que las naciones se conviertan en sus gobernantes: ¿por qué dejarles decir entre los pueblos, dónde está su Dios?
18 Entonces el Señor se preocupó por el honor de su tierra y se compadeció de su pueblo.
19 Y el Señor responderá a su pueblo: Mira, te enviaré grano, vino y aceite, y se saciarán de ello, y nunca más los avergonzarán entre las naciones.
20 Enviaré al ejército del norte lejos de ti, llevándolo a una tierra seca y desierta, con su frente al mar del este y su espalda al mar del oeste, y su hedor subirá, incluso subirá su pudrición, porque hizo grandes cosas.
21 No temas, tierra; alégrate con gran alegría; porque el Señor ha hecho grandes cosas.
22 No tengan miedo, bestias del campo, porque los pastizales del desierto se están volviendo verdes, porque los árboles producen frutos, la higuera y la vid dan su fuerza.
23 Alégrense, pues, hijos de Sión, y regocíjense en el Señor su Dios Supremo; porque les ha dado la lluvia temprana para su justicia, haciendo que llueva para ti, la lluvia temprana y tardía como al principio.
24 Y los pisos estarán llenos de grano, y los lugares de trituración rebosantes de vino y aceite.
25 Te devolveré los años que fueron alimento para la langosta, el gusano de la planta, la mosca de campo y el gusano, mi gran ejército que envié contra ustedes.
26 Tendrán comida en toda medida, y alabarán el nombre del Señor su Dios, que ha hecho maravillas por ustedes.
27 Y Sabrán de que estoy en Israel, y que soy el Señor su Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca será avergonzado.
28 Y después de eso, sucederá, dice el Señor, que enviaré mi espíritu sobre toda carne; y tus hijos y tus hijas serán profetas, tus viejos tendrán sueños, tus jóvenes verán visiones.
29 Y sobre los sirvientes y las sirvientas en aquellos días enviaré mi espíritu.
30 Y dejaré que se vean maravillas en los cielos y en la tierra, sangre, fuego y columnas de humo.
31 El sol se oscurecerá y la luna se convertirá en sangre, antes de que llegue el gran día del Señor, un día temible.
32 Y será todo aquel que haga su oración al nombre del Señor, se mantendrá a salvo; porque en el Monte Sión y en Jerusalén, algunos se mantendrán a salvo, como ha dicho el Señor, y estarán entre los que han sido llamados por el Señor.