Baruc
El libro de Baruc está reconocido como Escritura Deuterocanónica por las Iglesias Católica Romana, Ortodoxa Griega y Ortodoxa Rusa. En algunas Biblias, el capítulo 6 de Baruc aparece como un libro separado llamado Carta de Jeremías, lo que refleja su separación de Baruc en algunas copias de la Septuaginta griega.
1
1 Estas son las palabras del libro que Baruc, hijo de Nerias, hijo de Maaseas, hijo de Sedekias, hijo de Asadias, hijo de Helkias, escribió en Babilonia,
2 en el quinto año, en el séptimo día del mes, en el tiempo en que los caldeos tomaron Jerusalén y la quemaron.
3 Baruc leyó las palabras de este libro a oídos de Jeconías, hijo de Joakim, rey de Judá, y a oídos de todo el pueblo que vino a escuchar el libro,
4 y a oídos de los poderosos y de los hijos de los reyes, y a oídos de los ancianos, y a oídos de todo el pueblo, desde el más pequeño hasta el más grande, incluso de todos los que vivían en Babilonia junto al río Sud.
5 Entonces lloraron, ayunaron, y oraron ante el Señor.
6 También hicieron una colecta de dinero según la capacidad de cada uno
7 y la enviaron a Jerusalén al sumo sacerdote Joakim, hijo de Helkias, hijo de Salom, y a los sacerdotes y a todo el pueblo que se encontraba con él en Jerusalén,
8 al mismo tiempo que tomaba los utensilios de la casa del Señor, que habían sido sacados del templo, para devolverlos a la tierra de Judá, el día diez de Siván: los vasos de plata que Sedecías hijo de Josías, rey de Judá, había hecho,
9 después de que Nabucodonosor, rey de Babilonia, se llevara de Jerusalén a Jeconías, a los príncipes, a los cautivos, a los valientes y al pueblo del país, y los llevara a Babilonia.
10 Y dijeron: He aquí, os hemos enviado dinero; comprad, pues, con el dinero holocaustos, sacrificios por el pecado e incienso, y preparad una ofrenda, y ofreced sobre el altar del Señor, nuestro Dios;
11 y rogad por la vida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y por la vida de Baltasar, su hijo, para que sus días sean como los días del cielo sobre la tierra.
12 El Señor nos dará fuerza y luz a nuestros ojos. Viviremos bajo la sombra de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y bajo la sombra de Baltasar, su hijo, y les serviremos muchos días, y hallaremos gracia ante sus ojos.
13 Ruega también por nosotros al Señor, nuestro Dios, porque hemos pecado contra el Señor, nuestro Dios. Hasta hoy la ira del Señor y su indignación no se han apartado de nosotros.
14 Leeréis este libro que os hemos enviado, para confesaros en la casa del Señor el día de la fiesta y los días de la asamblea solemne.
15 Dirás: Al Señor nuestro Dios pertenece la justicia, pero a nosotros la confusión de rostro, como en este día: a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén,
16 a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros sacerdotes, a nuestros profetas y a nuestros padres,
17 porque hemos pecado ante el Señor.
18 Lo hemos desobedecido y no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, para andar en los mandamientos del Señor que él ha puesto delante de nosotros.
19 Desde el día en que el Señor sacó a nuestros padres de la tierra de Egipto hasta el día de hoy, hemos sido desobedientes al Señor, nuestro Dios, y hemos sido negligentes al no escuchar su voz.
20 Por eso se nos han pegado las plagas y la maldición que el Señor declaró por medio de Moisés, su siervo, el día en que sacó a nuestros padres del país de Egipto para darnos una tierra que mana leche y miel, como en el día de hoy.
21 Sin embargo, no escuchamos la voz del Señor, nuestro Dios, según todas las palabras de los profetas que él nos envió,
22 sino que cada uno anduvo en la imaginación de su propio y perverso corazón, para servir a dioses extraños y hacer lo que es malo a los ojos del Señor, nuestro Dios.