8
1 entonces, en efecto, vehementemente sacudido por la emoción, ordenó traer a otros de los hebreos adultos, y si querían comer de la cosa impura, dejarlos ir cuando hubiesen comido; pero si se oponían, atormentarlos más gravemente.
2 Una vez que el tirano dio esta orden, fueron llevados a su presencia siete parientes, junto con su anciana madre. Eran guapos, modestos, bien nacidos, y en general muy bien parecidos.
3 Cuando el tirano los vio rodear a su madre como en una danza, se sintió complacido con ellos. Impresionado por sus modales inocentes, les sonrió y, llamándoles, les dijo:
4 “Oh jóvenes, con sentimientos favorables, admiro la belleza de cada uno de vosotros. Al honrar a un grupo tan numeroso de parientes, no sólo os aconsejo que no compartáis la locura del anciano que ha sido torturado antes,
5 sino que os ruego que os rindáis y disfrutéis de mi amistad, pues poseo el poder, no sólo de castigar a los que desobedecen mis órdenes, sino de hacer el bien a los que las obedecen.
6 Confiad, pues, en mí y recibiréis puestos de autoridad en mi gobierno, si abandonáis vuestro modo de vida nacional,
7 y, ajustándoos al modo de vida griego, alteráis vuestro gobierno y os deleitáis con las delicias de la juventud.
8 Porque si me provocáis con vuestra desobediencia, me obligaréis a destruir a cada uno de vosotros con terribles castigos mediante torturas.
9 Tened, pues, piedad de vosotros mismos, de los que yo, aunque soy enemigo, tengo compasión por vuestra edad y vuestra atractiva apariencia.
10 ¿No considerarán esto: que si desobedecen, no les quedará más que morir en la tortura?”
11 Una vez dicho esto, ordenó que se presentaran los instrumentos de tortura, para que el miedo les hiciera comer carne impura.
12 Cuando el lancero hizo pasar las ruedas, los bastidores, los ganchos, las rejillas, las calderas, las sartenes, los dedos, las manos y las cuñas de hierro y los fuelles, el tirano continuó
13 “Temed, jóvenes, y la justicia a la que adoráis se apiadará de vosotros, si os desviáis a causa de la coacción.”
14 Ahora bien, habiendo escuchado estas palabras de persuasión, y viendo los temibles instrumentos, no sólo no tuvieron miedo, sino que incluso respondieron a los argumentos del tirano, y mediante su buen razonamiento destruyeron su poder.
15 Ahora consideremos el asunto. Si entre ellos hubiera habido alguno de espíritu débil y cobarde, ¿qué razonamientos habrían empleado sino estos?
16 “¡Oh, miserables que somos, y sumamente insensatos! Cuando el rey nos exhorta y nos llama a su bondad, ¿no debemos obedecerle?
17 ¿Por qué nos animamos con vanos consejos y nos aventuramos a una desobediencia que trae la muerte?
18 ¿No hemos de temer, oh parientes, los instrumentos de tortura y sopesar las amenazas de tormento y rehuir esta vana gloria y este orgullo destructor?
19 Tengamos compasión de nuestra edad y cedamos ante los años de nuestra madre.
20 Tengamos en cuenta que moriremos como rebeldes.
21 La justicia divina nos perdonará si tememos al rey por necesidad.
22 ¿Por qué retirarnos de una vida dulcísima y privarnos de este mundo agradable?
23 No nos opongamos a la necesidad, ni busquemos la vana gloria con nuestra propia tortura.
24 La misma ley no nos condenaría a muerte arbitrariamente porque tememos la tortura.
25 ¿Por qué ha arraigado en nosotros un celo tan furioso y se ha aprobado una obstinación tan fatal, cuando podríamos vivir sin ser molestados por el rey?”
26 Pero los jóvenes no decían ni pensaban nada de esto cuando iban a ser torturados.
27 Porque estaban bien enterados de los sufrimientos y eran dueños de los dolores.
28-29 De modo que, en cuanto el tirano dejó de aconsejarles que comieran lo impuro, todos a una voz, como de un mismo corazón, dijeron