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Para el jefe de los músicos. Una contemplación de David, cuando Doeg el edomita vino y le dijo a Saúl: “David ha venido a la casa de Ahimelec”.
1 ¿Por qué te jactas de hacer travesuras, hombre poderoso?
La bondad amorosa de Dios perdura continuamente.
2 Tu lengua trama la destrucción,
como una navaja afilada, trabajando con engaño.
3 Amas el mal más que el bien,
mintiendo en lugar de decir la verdad. Selah.
4 Amas todas las palabras devoradoras,
tu lengua engañosa.
5 Dios también te destruirá para siempre.
Él te tomará y te sacará de tu tienda,
y te arrancaré de la tierra de los vivos. Selah.
6 También los justos lo verán y temerán,
y se ríen de él, diciendo,
7 “He aquí el hombre que no hizo de Dios su fuerza,
sino que confió en la abundancia de sus riquezas,
y se fortaleció en su maldad”.
8 Pero en cuanto a mí, soy como un olivo verde en la casa de Dios.
Confío en la bondad amorosa de Dios por siempre y para siempre.
9 Te daré gracias por siempre, porque lo has hecho.
Esperaré en tu nombre, porque es bueno,
en presencia de tus santos.