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Llegaron a Ecbatana y a la casa de Raguel. Pero Sara les salió al encuentro, y los saludó, y ellos a ella. Luego los hizo entrar en la casa. Raguel dijo a su mujer Edna: “¡Este joven se parece mucho a mi primo Tobit!” Y Raguel les preguntó: “¿De dónde sois vosotros, parientes?”
Le dijeron: “Somos de los hijos de Neftalí, que están cautivos en Nínive”.
Les dijo: “¿Conocéis a nuestro hermano Tobit?”
Dijeron: “Lo conocemos”.
Entonces les dijo: “¿Tiene buena salud?”
Dijeron: “Está vivo y goza de buena salud”. Tobías dijo: “Es mi padre”.
Raguel se levantó, lo besó, lloró, lo bendijo y le dijo: “Eres hijo de un hombre honesto y bueno”. Cuando se enteró de que Tobit había perdido la vista, se entristeció y lloró; y lloraron Edna, su mujer, y Sara, su hija. Los recibieron de buen grado; mataron un carnero del rebaño y les sirvieron la comida.
Pero Tobías dijo a Rafael: “Hermano Azarías, habla de esas cosas de las que hablaste en el camino, y deja que el asunto termine”.
Así que le comunicó el asunto a Raguel. Raguel dijo a Tobías: “Come, bebe y alégrate: 10 pues te corresponde tomar a mi hijo. Sin embargo, te diré la verdad. 11 He entregado a mi hija a siete hombres de nuestros parientes, y siempre que han entrado a ella, han muerto en la noche. Pero por ahora alégrate”.
Y Tobías dijo: “No probaré nada aquí, hasta que todos ustedes hagan un pacto y entren en ese pacto conmigo”.
12 Raguel dijo: “Tómala para ti de ahora en adelante, según la costumbre. Tú eres su pariente y ella es tuya. El Dios misericordioso te dará todo buen éxito”. 13 Llamó a su hija Sara, la tomó de la mano y la entregó como esposa a Tobías, y le dijo: “Tómala para ti según la ley de Moisés y llévala con tu padre.” Y los bendijo. 14 Llamó a Edna su esposa, luego tomó un libro, escribió un contrato y lo selló. 15 Luego comenzaron a comer.
16 Raguel llamó a su esposa Edna y le dijo: “Hermana, prepara la otra habitación y llévala allí”. 17 Ella hizo lo que él le pidió, y la hizo entrar allí. Lloró, y recibió las lágrimas de su hija, y le dijo: 18  “Consuélate, hija mía. Que el Señor del cielo y de la tierra te conceda favor* por esta tu pena. Consuélate, hija mía”.
* 7:18 Muchas autoridades antiguas leen alegría.