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1 Cierta noche no hallé a mi amado en mi lecho. Me levanté a buscarlo y no pude hallarlo.
2 Salí en su busca por las calles de la ciudad y por los caminos, pero no lo hallé.
3 Los guardias me detuvieron y yo les dije: «¿Han visto ustedes por algún lado al amor de mi vida?».
4 Un poco más tarde lo hallé, lo retuve y no lo dejé ir hasta llevarlo al hogar de mi madre, a la alcoba donde ella me concibió.
El amado
5 Les ruego, mujeres de Jerusalén, por las gacelas y cervatillas del bosque que no despierten a mi amada. ¡Déjenla dormir!
Tercer canto
El coro
6 ¿Quién es este que irrumpe de los desiertos como nube de humo por la tierra, entre aromas de mirra e incienso y perfumes exóticos?
7 Miren, es el carro de Salomón rodeado por sesenta de los más aguerridos hombres de su ejército.
8 Todos son diestros con la espada y expertos guerreros. Cada uno lleva su espada sobre el muslo contra cualquier ataque nocturno.
9 Porque el rey Salomón se hizo una carroza de madera del Líbano.
10 De plata eran sus columnas, su dosel de oro, de púrpura el asiento. Y su interior fue decorado con amor por las doncellas de Jerusalén.
11 Salgan a ver al rey Salomón, oh doncellas de Sion, vean la corona que su madre le puso el día de su boda, el día de su alegría.