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Enfermedad del rey Ezequías
En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amoz, fue a él y le dijo: Yavé dice: Ordena tu casa, porque morirás y no vivirás.
Entonces Ezequías volvió su rostro hacia la pared y habló a Yavé: Oh Yavé, te ruego que te acuerdes ahora que he andado delante de ti en verdad con íntegro corazón e hice lo bueno ante tus ojos. Lloró Ezequías con gran llanto.
Entonces la Palabra de Yavé vino a Isaías: ya Ezequías: Yavé, ʼElohim de David, tu antepasado, dice: Escuché tu oración y vi tus lágrimas. Mira, añado a tus días otros 15 años. Además, te libraré de la mano del rey de Asiria, a ti y a esta ciudad, a la cual ampararé. Esto te servirá de señal de que Yavé hará lo que dijo: Ciertamente Yo hago retroceder diez gradas la sombra del sol que descendió en la gradería de Acaz.
Y el sol volvió atrás diez gradas, sobre las cuales había descendido.
Escrito de Ezequías, rey de Judá, después de su enfermedad y recuperación: 10 Yo dije: En lo mejor de mis días entraré por las puertas del Seol. Soy privado del resto de mis años. 11 Dije: No veré a YA en la tierra de los vivientes. No volveré a ver hombre con los habitantes del mundo. 12 Mi habitación es levantada y enrollada como tienda de pastor. Enrollaste mi vida como tejedor. Me cortaste del hilo del tejido. Me consumes entre el día y la noche. 13 Duraba mi clamor hasta el amanecer. Rompes todos mis huesos como león. Me acabarás entre el día y la noche.
14 Yo chillaba como un ave zancuda o como golondrina. Gemía como paloma. Mis ojos lloraban y miraban hacia lo alto: ¡Oh Yavé, estoy angustiado! ¡Asume responsabilidad por mí! 15 ¿Qué puedo decir, Si Él es el que lo hace? En la amargura de mi alma, andaré todos mis años con inquietud.
16 Oh ʼAdonay, los hombres viven según estas cosas, Y en todas ellas está la vida de mi espíritu: Restáurame la salud y permíteme vivir. 17 Ciertamente me vino amargura grande en tiempo de paz, Pero libraste mi vida del hoyo de la corrupción, Porque echaste todos mis pecados tras tu espalda. 18 El Seol no te exaltará, ni la muerte te alabará, ni esperarán en tu fidelidad los que bajan al sepulcro. 19 El que vive te alaba como yo hoy. El padre enseñará tu fidelidad a sus hijos. 20 Yavé me salvará. Por tanto cantaremos nuestros cánticos en la Casa de Yavé todos los días de nuestra vida.
21 Isaías dijo: Tomen una masa de higos. Aplíquenla sobre la úlcera y sanará. 22 Eso, porque Ezequías preguntó: ¿Qué señal tendré de que subiré a la Casa de Yavé?