12
Cuando también él sufrió el bendito martirio y murió en la caldera en la que había sido arrojado, se presentó el séptimo, el más joven de todos, del que el tirano, compadecido, aunque había sido terriblemente reprochado por su parentela, viéndolo ya rodeado de cadenas, lo hizo acercar y se esforzó en aconsejarle, diciendo: “Ya ves el fin de la locura de tu parentela, pues han muerto torturados por la desobediencia. Tú, si eres desobediente, habiendo sido miserablemente atormentado, perecerás tú mismo prematuramente. Pero si obedeces, serás mi amigo y tendrás a tu cargo los asuntos del reino”. Después de haberle exhortado así, mandó llamar a la madre del muchacho, para que, mostrándole compasión por la pérdida de tantos hijos, la inclinara, por la esperanza de seguridad, a hacer obedecer al superviviente.
Él, después de que su madre le instara en lengua hebrea, (como pronto relataremos) dijo: “Libérame para que pueda hablar al rey y a todos sus amigos.” Ellos, regocijados en extremo por la promesa del joven, lo soltaron rápidamente. 10 Él, corriendo hacia las cacerolas, dijo: 11 “Tirano impío, y hombre muy blasfemo, ¿no te has avergonzado, habiendo recibido prosperidad y un reino de Dios, de matar a sus siervos y de atormentar a los hacedores de la piedad? 12 Por eso la venganza divina te reserva para el fuego y los tormentos eternos, que se aferrarán a ti para siempre. 13 ¿No te avergüenza, hombre como eres, pero muy salvaje, cortar la lengua a hombres de sentimientos y origen semejantes, y habiendo abusado así de ellos torturarlos? 14 Pero ellos, muriendo valientemente, cumplieron con su religión hacia Dios. 15 Pero vosotros gemiréis como merecéis por haber matado sin causa a los campeones de la virtud. 16 Por eso — continuó — yo mismo, estando a punto de morir, 17 no abandonaré a mi parentela. 18 Invoco al Dios de mis padres para que sea misericordioso con mi raza. 19 Pero a vosotros, vivos y muertos, os castigará”. 20 Habiendo orado así, se arrojó a las ollas, y así expiró.