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Al Músico principal: Salmo de David.
ESPERÉ pacientemente al SEÑOR, e inclinóse a mí, y oyó mi clamor.
E hízome sacar de un abismo de miseria, del lodo cenagoso; y puso mis pies sobre una roca, y estableció mis pasos.
Puso luego en mi boca canción nueva, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y esperarán en el SEÑOR.
Bienaventurado el hombre que puso al SEÑOR por su confian­za, y no mira a los soberbios, ni a los que declinan a la mentira.
Aumentado has tú, oh SEÑOR Dios mío, tus maravillas; y tus pensamientos para con nosotros, no te los podremos contar: si yo anunciare y hablare de ellos, no pueden ser enarrados.
Sacrificio y presente no te agrada; has abierto mis oídos; holocausto y expiación no has demandado.
Entonces dije: He aquí, vengo; en el envoltorio del libro está escrito de mí:
El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agradado; y tu ley está dentro de mi corazón.
He predicado justicia en grande congregación: he aquí no detuve mis labios, oh SEÑOR, tú lo sabes.
10 No encubrí tu justicia dentro de mi corazón: tu fidelidad y tu sal­vación he declarado: no oculté tu misericordia y tu verdad en grande congregación.
11 Tú, oh SEÑOR, no apartes de mí tus misericordias: tu misericor­dia y tu verdad me guarden siem­pre.
12 Porque me han cercado males hasta no haber cuento: hanme comprendido mis maldades, y no puedo levantar la vista: hanse aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falta.
13 Quieras, oh SEÑOR, librarme; SEÑOR, apresúrate a soco­rrerme.
14 Sean avergonzados y confu­sos a una los que buscan mi alma para cortarla: vuelvan atrás y avergüéncense los que mi mal desean.
15 Sean asolados en pago de su afrenta los que me dicen: ¡Ea, ea!
16 Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan; y digan siempre los que aman tu salva­ción: el SEÑOR sea ensalzado.
17 Aunque afligido yo y necesi­tado, el Señor pensará de mí: mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes.