17
1 Algunos de los lancero dicen que cuando ella misma estaba a punto de ser apresada para ser ejecutada, se arrojó sobre el montón, antes de dejar que tocaran su cuerpo.
2 ¡Oh tú, madre, que junto con siete hijos destruiste la violencia del tirano, y anulaste sus malvadas intenciones, y exhibiste la nobleza de la fe!
3 Porque tú, como una casa valientemente construida sobre la columna de tus hijos, soportaste el choque de las torturas sin tambalearte.
4 ¡Anímate, pues, oh madre de espíritu santo! Mantén la firme esperanza de tu firmeza ante Dios.
5 No tan graciosa aparece la luna con las estrellas en el cielo, como tú eres establecida como honorable ante Dios, y fijada en el cielo con tus hijos a quienes iluminaste con la religión a las estrellas.
6 Porque tu procreación fue a la manera de un hijo de Abraham.
7 Si nos fuera lícito pintar como en una tabla la religión de tu historia, los espectadores no se estremecerían al ver a la madre de siete hijos soportando por la religión diversas torturas hasta la muerte.
8 Hubiera sido digno de inscribirse en la propia tumba estas palabras como recuerdo para los de la nación,
9 “Aquí están enterrados un anciano sacerdote, y una anciana, y siete hijos, por la violencia de un tirano, que quiso destruir la sociedad de los hebreos.
10 Estos también vengaron a su nación, mirando a Dios y soportando tormentos hasta la muerte.”
11 Pues fue verdaderamente una contienda divina la que llevaron a cabo.
12 Porque en ese momento la virtud presidió la contienda, aprobando la victoria por medio de la resistencia, es decir, la inmortalidad, la vida eterna.
13 Eleazar fue el primero en contender. La madre de los siete hijos entró en la contienda, y la parentela contendió.
14 El tirano fue el antagonista, y el mundo y los hombres vivos fueron los espectadores.
15 La reverencia a Dios venció y coronó a sus propios atletas.
16 ¿Quién no admiró a esos campeones de la verdadera legislación? ¿Quién no se asombró?
17 El propio tirano, y todo su consejo, admiraron su resistencia,
18 por lo cual, ellos también están ahora junto al trono divino y viven una vida bendita.
19 Porque Moisés dice: “Todos los santos están bajo tus manos”.
20 Estos, por lo tanto, habiendo sido santificados por medio de Dios, han sido honrados no sólo con este honor, sino también por el hecho de que, gracias a ellos, el enemigo no venció a nuestra nación.
21 Ese tirano fue castigado y su país purificado.
22 Porque ellos se convirtieron en el rescate del pecado de la nación. La Divina Providencia salvó a Israel, que antes estaba afligido, por la sangre de aquellos piadosos y la muerte que aplacó la ira.
23 Pues el tirano Antíoco, fijándose en su valerosa virtud y en su resistencia a la tortura, proclamó esa resistencia como ejemplo para sus soldados.
24 Le resultaron nobles y valientes para las batallas terrestres y para los asedios; y conquistó y asaltó las ciudades de todos sus enemigos.