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1 Estos son los territorios que los Israelitas recibieron como heredad en la tierra de Canaán, los cuales les repartieron como heredadA Núm 34:16-29 el sacerdote Eleazar y Josué, hijo de Nun, y las cabezas de familias1 Lit de los padres de las tribus de los Israelitas. 2 Repartieron por suerte su heredad a las nueve tribus y a la media tribuA Núm 26:55; 33:54; 34:13, tal como el Señor había ordenado por medio de1 Lit la mano de Moisés.
3 Pues Moisés había dado la heredad de las dos tribus (Rubén y Gad) y de la media tribu (Manasés) al otro lado del JordánA Núm 32:33; pero no dio heredad entre ellos a los LevitasB Jos 13:14. 4 Porque los hijos de José eran dos tribus, Manasés y EfraínA Gn 41:51, 52; 46:20; 48:1, 5; Núm 26:28; 2 Cró 30:1. Ellos no dieron a los Levitas ninguna porción en su tierra, sino ciudades donde habitar, con sus tierras de pasto para sus ganados y para sus posesiones. 5 Tal como el Señor había ordenado a Moisés, así hicieron los Israelitas, y repartieron la tierraA Núm 35:1, 2; Jos 21:2.
La Heredad de Caleb
6 Entonces los hijos de Judá vinieron a Josué en Gilgal, y Caleb, hijo de Jefone el CenezeoA Núm 13:6, 30; 14:6, 24, 30, le dijo: “Tú sabes lo que1 Lit la palabra que el Señor dijo a Moisés, hombre de Dios, acerca de ti y de mí2 Lit acerca de mí y acerca de ti en Cades Barnea. 7 Yo tenía cuarenta años cuando Moisés, siervo del Señor, me envió de Cades Barnea a reconocer la tierra, y le informé1 Lit traje palabra como yo lo sentía en mi corazónA Núm 13:1-31. 8 Sin embargo, mis hermanos que subieron conmigo, hicieron atemorizar1 Lit derretir el corazón del pueblo. Pero yo seguí plenamente al Señor mi DiosA Núm 14:24. 9 Y aquel día Moisés juró y dijo: ‘Ciertamente, la tierra que ha pisado tu pie será herencia tuya y de tus hijos para siempre, porque has seguido plenamente al Señor mi DiosA Dt 1:36.’ 10 El Señor me ha permitido vivir, tal como prometió1 Lit habló, estos cuarenta y cinco años, desde el día en que el Señor habló estas palabras a Moisés, cuando Israel caminaba en el desierto; así que ahora tengo ochenta y cinco años. 11 Todavía estoy tan fuerteA Dt 34:7 como el día en que Moisés me envió. Como era entonces mi fuerza, así es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrarB Dt 31:2. 12 Ahora pues, dame esta región montañosa de la cual el Señor habló aquel día, porque tú oíste aquel día que allí había AnaceosA Núm 13:33 con grandes ciudades fortificadas. Tal vez el Señor esté conmigo y los expulsaré1 Lit desposeeré como el Señor ha dicho.”
13 Y Josué lo bendijoA Jos 22:6, y dio Hebrón por heredad a Caleb, hijo de JefoneB Jue 1:20; 1 Cró 6:55, 56. 14 Por tanto, Hebrón vino a ser hasta hoy heredad de Caleb, hijo de Jefone el Cenezeo, porque siguió plenamente al Señor, Dios de Israel. 15 Y el nombre de Hebrón antes era Quiriat Arba (la ciudad de Arba). Pues Arba era el hombre más grande entre los Anaceos. Entonces la tierra descansó de la guerraA Jos 11:23.
114:1 Lit de los padres
114:2 Lit la mano de
A14:4 Gn 41:51, 52; 46:20; 48:1, 5; Núm 26:28; 2 Cró 30:1
A14:6 Núm 13:6, 30; 14:6, 24, 30
114:6 Lit la palabra que
214:6 Lit acerca de mí y acerca de ti
114:7 Lit traje palabra
114:8 Lit derretir
114:10 Lit habló
114:12 Lit desposeeré
B14:13 Jue 1:20; 1 Cró 6:55, 56