1 ¿Acaso ignoran, hermanosA Rom 1:13, (pues hablo a los que conocen la ley), que la ley tiene jurisdicción sobre una persona mientras vive? 2 Pues la mujer casada está ligada por la ley a su marido mientras él vive; pero si su marido muere, queda libre de la ley en cuanto al maridoA 1 Cor 7:39. 3 Así que, mientras vive su marido, será llamada adúltera si ella se une a otro hombre; pero si su marido muere, está libre de la ley, de modo que no es adúltera aunque se una a otro hombre.

4 Por tanto, hermanos míos, también a ustedes se les hizo morir a la LeyA Rom 6:2; 7:6; 8:2; Gál 2:19; 5:18 por medio del cuerpo de CristoB Col 1:22, para que sean unidos a otro, a Aquél que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. 5 Porque mientras estábamos en la carneA Rom 8:8, 9; 2 Cor 10:3, las pasiones pecaminosas despertadas por la LeyB Rom 7:7, 8, actuaban en los miembros de nuestro cuerpo1 Lit en nuestros miembros a fin de llevar fruto para muerteC Rom 6:13, 21, 23. 6 Pero ahora hemos quedado libres de la Ley, habiendo muerto a lo que nos atabaA Rom 6:2; 7:2, de modo que sirvamos en la novedadB Rom 6:4 del Espíritu1 O espíritu y no en el arcaísmo de la letraC Rom 2:29.

7 ¿Qué diremosA Rom 3:5 entonces? ¿Es pecado la Ley? ¡De ningún modoB Luc 20:16! Al contrario, yo no hubiera llegado a conocer el pecado si no hubiera sido por medio de la LeyC Rom 3:20; 4:15; 5:20. Porque yo no hubiera sabido lo que es la codicia1 O lujuria, si la Ley no hubiera dicho: “No codiciarasD Ex 20:17; Dt 5:21.” 8 Pero el pecado, aprovechándose del1 O tomando ocasión mediante el mandamientoA Rom 3:20; 7:11, produjo en mí toda clase de codicia2 O lujuria. Porque aparte de la Ley el pecado está muertoB 1 Cor 15:56.

9 En un tiempo yo vivía sin la Ley, pero al venir el mandamiento, el pecado revivió, y yo morí; 10 y este mandamiento, que era para vidaA Lv 18:5; Luc 10:28; Rom 10:5; Gál 3:12, a mí me resultó para muerte; 11 porque el pecado, aprovechándose del1 O tomando ocasión mediante el mandamientoA Rom 3:20; 7:8, me engañóB Gn 3:13, y por medio de él me mató. 12 Así que la Ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y buenoA Rom 7:16; 1 Tim 1:8.

13 ¿Entonces lo que es bueno vino a ser causa de muerte para mí? ¡De ningún modoA Luc 20:16! Al contrario, fue el pecado, a fin de mostrarse que es pecado al producir mi muerte por medio de lo que es bueno, para que por medio del mandamiento el pecado llegue a ser en extremo pecaminoso. 14 Porque sabemos que la Ley es espiritualA 1 Cor 3:1, pero yo soy carnal1 O de la carneA 1 Cor 3:1, vendido a la esclavitud del pecado2 Lit vendido bajo pecadoB 1 Rey 21:20, 25; 2 Rey 17:17; Rom 3:9; 6:6; Gál 4:3.

15 Porque lo que hago, no lo entiendoA Juan 15:15. Porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hagoB Rom 7:19; Gál 5:17. 16 Y si lo que no quiero hacer, eso hago, estoy de acuerdo con la Ley, reconociendo que es buenaA Rom 7:12; 1 Tim 1:8. 17 Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en míA Rom 7:20.

18 Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carneA Juan 3:6; Rom 7:25; 8:3, no habita nada bueno. Porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. 19 Pues no hago el bien que deseo, sino el mal que no quiero, eso practicoA Rom 7:15. 20 Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en míA Rom 7:17.

21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en míA Rom 7:23, 25; 8:2. 22 Porque en el1 O conforme al hombre interiorA 2 Cor 4:16; Ef 3:16; 1 Ped 3:4 me deleito con la Ley de Dios, 23 pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo1 Lit en mis miembros que hace guerraA Sant 4:1 contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de2 Lit en la ley del pecado que está en mis miembrosB Rom 6:19; 7:21, 25; 8:2; Gál 5:17; 1 Ped 2:11.

24 ¡Miserable de mí1 Lit Hombre miserable yo soy! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte2 O del cuerpo de esta muerteA Rom 6:6; 8:2; Col 2:11? 25 Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestroA 1 Cor 15:57. Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecadoB Rom 7:21, 23; 8:2.