1 1 En el texto Heb cap 21:6Y vino a mí la palabra del Señor: 2 “Hijo de hombre, pon tu rostro hacia Jerusalén y habla contra los santuarios, profetiza contra la tierra de IsraelA Job 29:22; Ezq 20:46; 25:2; 28:2, 3 y dile a la tierra de Israel: ‘Así dice el Señor: “Yo estoy contra tiA Jer 21:13; Ezq 5:8; Nah 2:13; 3:5. Sacaré Mi espada de la vaina y cortaré de ti al justo y al impíoB Isa 57:1. 4 Puesto que he de cortar de ti al justo y al impío, por tanto Mi espada saldrá de la vaina contra toda carne desde el sur hasta el norteA Jer 12:12; Ezq 7:2; 20:47. 5 Así sabrá toda carne que Yo, el Señor, he sacado Mi espada de la vaina. No volverá más a su vainaA 1 Sam 3:12; Jer 23:20; Ezq 21:30; Nah 1:9.” ’

6 Y tú, hijo de hombre, gime con corazón quebrantado; con amargura gemirás a la vista de ellos. 7 “Y cuando te digan: ‘¿Por qué gimes?’ dirás: ‘Por la noticia que vieneA Ezq 7:26, todo corazón desfallecerá, toda mano se debilitaráB Isa 13:7; Nah 2:10, todo espíritu se apagará y toda rodilla flaqueará. Porque viene y sucederá,’ declara el Señor Dios.” 8 De nuevo vino a mí la palabra del Señor: 9 “Hijo de hombre, profetiza y proclama: ‘Así dice el Señor.’ Proclama:

¿Acaso hemos de alegrarnos, cuando el cetro de Mi hijo desprecia toda varaB Sal 110:5, 6; Ezq 20:47?

18 Y vino a mí la palabra del Señor: 19 “Tú, hijo de hombre, traza dos caminos por donde venga la espada del rey de Babilonia; ambos saldrán de una misma tierra. Haz una señal y ponla al comienzo del camino a la ciudadA Jer 1:10; Ezq 4:1-3. 20 Trazarás el camino por donde venga la espada hacia Rabá de los AmonitasA Dt 3:11; Jer 49:2; Ezq 25:5; Am 1:14, y hacia Judá, que en Jerusalén tiene su fortalezaB Sal 48:12, 13; 125:1, 2. 21 Porque el rey de Babilonia se ha detenido en la bifurcación del camino, al comienzo de los dos caminos, para emplear la adivinaciónA Núm 22:7; 23:23; Prv 16:33. Sacude las flechas, consulta con los ídolos domésticosB Gn 31:19, 30; Jue 17:5; 18:17, 20, observa el hígado. 22 En su mano derecha estaba la adivinación: Jerusalén. ¡A colocar arietes, a llamar a la matanza, a alzar la voz en grito de guerra, a poner arietes contra las puertas, a levantar terraplenes, a edificar muro de asedioA Ezq 4:2; 26:9! 23 Pero fue para los Judíos como adivinación falsa a sus ojos, pues habían hecho juramentos solemnesA Ezq 17:16, 18. Pero él les hará recordar su iniquidad y serán apresadosB Núm 5:15; Ezq 21:24; 29:16.

24 “Por tanto, así dice el Señor Dios: ‘Por cuanto han hecho que su iniquidad sea recordada poniendo al descubierto sus transgresiones, de modo que se manifiestan sus pecados en todas sus obras, por cuanto han sido recordados, serán apresados por su mano. 25 Y tú, infame y malvado príncipe de Israel, cuyo día ha llegado, la hora del castigo finalA Sal 37:13; Ezq 7:2, 3, 7,’ 26 así dice el Señor Dios: ‘Quítate la tiara y depón la coronaA Jer 13:18; Ezq 16:12; esto cambiará. Lo humilde será exaltado y lo exaltado será humilladoB Sal 75:7; Ezq 17:24. 27 A ruina, a ruina, a ruina lo reduciréA Hag 2:21, 22; tampoco esto sucederá hasta que venga Aquél a quien pertenece el derechoB Sal 2:6; 72:7, 10; Jer 23:5, 6; Ezq 34:24; 37:24, y a quien Yo se lo daré.’

28 “Y tú, hijo de hombre, profetiza y di: ‘Así dice el Señor Dios acerca de los Amonitas y de su oprobioA Ezq 36:15; Sof 2:8-10.’ Dirás: ‘La espada, la espada está desenvainada, para la matanza está pulida, para hacer exterminioB Isa 31:8; Jer 12:12; 46:10, 14, para centellear 29 (mientras ellos ven para ti visiones falsas, mientras adivinan para ti mentirasA Jer 27:9; Ezq 13:6-9; 22-28), para ponerla sobre los cuellos de los infames malvados cuyo día ha llegado en la hora del castigo finalB Ezq 21:25; 35:5. 30 Vuélvela a su vaina. En el lugar donde fuiste creadaA Jer 47:6, 7, en tu tierra de origen, te juzgaréB Ezq 25:5. 31 Y derramaré sobre ti Mi indignación, soplaré sobre ti el fuego de Mi furorA Sal 18:15; Isa 30:33; Ezq 14:19; 22:20, 21; 25:7; Nah 1:6; Hag 1:9 y te entregaré en mano de hombres brutales, expertos en destrucciónB Jer 4:7; 6:22, 23; 51:20-23; Hab 1:6, 10. 32 Serás pasto del fuego, tu sangre quedará en medio de la tierra. No quedará memoria de tiA Ezq 25:10, porque Yo, el Señor, he habladoB Ezq 20:47, 48; Mal 4:1.’ ”