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Curación de un Leproso
1 Cuando Jesús bajó del monte, grandes multitudes Lo seguían.
2 AY se acercó un leproso y se postró ante El
1B, diciendo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme.”
3 Extendiendo Jesús la mano, lo tocó, diciendo:
“Quiero; sé limpio.” Y al instante quedó limpio de su lepra
1A.
4 Entonces Jesús le dijo:
“Mira, no se lo digas a nadieA, sino veB, muéstrate al sacerdoteC y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio a ellos.” Jesús Sana al Criado del Centurión
5 AAl entrar Jesús en Capernaúm, se acercó un centurión y Le suplicó:
6 “Señor, mi criado
1 está postrado en casa, paralítico
A, sufriendo mucho
2.”
7 Y Jesús le dijo:
“Yo iré y lo sanaré.” 8 Pero el centurión respondió: “Señor, no soy digno de que Tú entres bajo mi techo; solamente di la palabra
1 y mi criado
2 quedará sano.
9 Porque yo también soy hombre bajo autoridad
A, con
1 soldados a mis órdenes
2; y digo a éste: ‘Ve,’ y va; y al otro: ‘Ven,’ y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto,’ y
lo hace.”
10 Al oír
lo Jesús, se maravilló y dijo a los que
Lo seguían:
“En verdad les digo que en Israel1 no he hallado en nadie una fe tan grande. 11 Y les digo que vendrán muchos del oriente y del occidenteA, y se sentarán1a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. 12 Pero los hijos del reinoA serán arrojados a las tinieblas de afueraB; allí será el llanto y el crujir de dientesC.” 13 Entonces Jesús dijo al centurión:
“Vete; así como has creídoA, te sea hecho.” Y el criado
1 fue sanado en esa
misma hora.
Jesús Sana a la Suegra de Pedro y a Muchos Otros
14 ACuando Jesús llegó a casa de Pedro, vio a la suegra de éste
1 que estaba en cama
2 con fiebre.
15 Le tocó la mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó y Le servía.
16 Y al atardecer, Le trajeron muchos endemoniados
A; y expulsó a los espíritus con
Su palabra, y sanó a todos los que estaban enfermos
B,
17 para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías cuando dijo: “
El tomo nuestras flaquezas y llevo1 nuestras enfermedadesA.”
Lo que Demanda el Discipulado
18 Viendo Jesús una multitud a Su alrededor, dio orden
A de pasar al otro lado
del mar.
19 AY un escriba se acercó y Le dijo: “Maestro, Te seguiré adondequiera que vayas.”
20 Jesús le respondió:
“Las zorras tienen madrigueras (cuevas) y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del HombreA no tiene dónde recostar la cabeza.” 21 Otro de los discípulos Le dijo: “Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre.”
22 Pero Jesús le contestó:
“Ven tras Mí, y deja que los muertos entierren a sus muertosA.” Jesús Calma la Tempestad
23 ACuando entró Jesús
1 en la barca, Sus discípulos Lo siguieron.
24 Y de pronto se desató una gran tormenta
1 en el mar de Galilea, de modo que las olas cubrían la barca; pero Jesús estaba dormido.
25 Llegándose a El, Lo despertaron, diciendo: “¡Señor, sálva
nosA, que perecemos!”
26 Y El les contestó:
“¿Por qué tienen miedo, hombres de poca feA?” Entonces Jesús se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma.
27 Los hombres se maravillaron, y decían: “¿Quién es Este, que aun los vientos y el mar Lo obedecen?”
Los Endemoniados Gadarenos
28 AAl llegar Jesús al otro lado, a la tierra de los Gadarenos, fueron a Su encuentro dos endemoniados
B que salían de los sepulcros, violentos en extremo, de manera que nadie podía pasar por aquel camino.
29 Y gritaron: “¿Qué
hay entre Tú y nosotros, Hijo de Dios
A? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes del tiempo (designado para el juicio)?”
30 A cierta distancia de ellos estaba paciendo una manada de muchos cerdos; 31 y los demonios Le rogaban: “Si vas a echarnos fuera, mándanos a la manada de cerdos.” 32 “¡Vayan!” les dijo Jesús. Y ellos salieron y entraron en los cerdos; y la manada entera se precipitó por un despeñadero al mar, y perecieron en las aguas.
33 Los que cuidaban
la manada huyeron; y fueron a la ciudad y lo contaron todo, incluso
1 lo de los endemoniados
A.
34 Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando Lo vieron,
Le rogaron que se fuera de su región
A.