1 Por tanto, dejandoA Fil 3:13, 14 las enseñanzas elementales1 Lit la palabra del principioB Heb 5:12 acerca de Cristo (el Mesías), avancemos hacia la madurez (perfección)C Heb 5:14, no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertasD Heb 9:14 y de la fe en Dios, 2 de la enseñanza sobre lavamientos1 O bautismosA Juan 3:25; Hech 19:3, 4, de la imposición de manosB Hech 6:6, de la resurrección de los muertosC Hech 17:31, 32 y del juicio eternoC Hech 17:31, 32. 3 Y esto haremos, si Dios lo permiteA Hech 18:21.

4 Porque en el caso de los que fueron una vez iluminadosA 2 Cor 4:4, 6; Heb 10:32, que probaron del don celestialB Juan 4:10; Ef 2:8 y fueron hechos partícipes del Espíritu SantoC Gál 3:2; Heb 2:4, 5 que gustaronA 1 Ped 2:3 la buena palabra de DiosB Ef 6:17 y los poderes del siglo venideroC Heb 2:5, 6 pero después cayeron, es imposible renovarlos otra vezA Mat 19:26; Heb 10:26, 27; 2 Ped 2:21; 1 Jn 5:16 para arrepentimiento, puesto que de nuevo crucifican para sí mismos al Hijo de DiosB Heb 10:29 y Lo exponen a la ignominia pública.

7 Porque la tierra que bebe la lluvia que con frecuencia cae1 Lit viene sobre ella y produce vegetación útil a aquéllos por los cuales es cultivadaA 2 Tim 2:6, recibe bendición de Dios. 8 Pero si produce espinos y cardos no vale nada, está próxima a ser maldecida1 Lit a una maldiciónA Gn 3:17, 18; Dt 29:22 y sig., y termina por ser quemada2 Lit su fin es para quemarse.

9 Pero en cuanto a ustedes, amadosA 1 Cor 10:14; 2 Cor 7:1; 12:19; 1 Ped 2:11; 2 Ped 3:1; 1 Jn 2:7; Jud 3, aunque hablemos de esta manera, estamos persuadidos de las cosas que son mejores y que pertenecen a la salvación. 10 Porque Dios no es injustoA Prv 19:17; Mat 10:42; 25:40; Hech 10:4 como para olvidarse de la obra de ustedes y del amorB 1 Tes 1:3 que han mostrado hacia Su nombre, habiendo servido, y sirviendo aún, a los santosC Rom 15:25; Heb 10:32-34. 11 Pero deseamos que cada uno de ustedes muestre la misma solicitud hasta el finA Heb 3:6, para alcanzar la plena (a plenitud la) seguridadB Heb 10:22 de la esperanza, 12 a fin de que no sean perezosos, sino imitadoresA Heb 13:7 de los que mediante la fe y la pacienciaB 2 Tes 1:4; Sant 1:3; Apoc 13:10 heredan las promesasC Heb 1:14.

13 Pues cuando Dios hizo la promesa a AbrahamA Gál 3:15, 18, no pudiendo jurar por uno mayor, juró por El mismoB Gn 22:16; Luc 1:73, 14 diciendo: “Ciertamente te bendecire y ciertamente te multiplicareA Gn 22:17.” 15 Y así, habiendo esperado con pacienciaA Gn 12:4; 21:5, Abraham obtuvo la promesa. 16 Porque los hombres juran por uno mayor que ellos mismosA Gál 3:15, y para ellos un juramento dado como confirmación es el fin de toda discusiónB Ex 22:11.

17 Por lo cual1 O Por tanto Dios, deseando mostrar más plenamente a los herederos de la promesaA Heb 11:9 la inmutabilidad de Su propósitoB Sal 110:4; Prv 19:21; Heb 6:18, interpuso (garantizó) un juramento, 18 a fin de que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mientaA Núm 23:19; Tito 1:2, los que hemos buscado refugio seamos grandemente animados1 Lit podamos tener un fortísimo consuelo para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotrosB Heb 3:6; 7:19.

19 Tenemos como ancla del alma, una esperanzaA Sal 39:7; 62:5; Hech 23:6; Rom 4:18; 5:4, 5; 1 Cor 13:13; Col 1:27; 1 Ped 1:3 segura y firme, y que penetra hasta detrás1 Lit dentro del veloB Lv 16:2, 15; Heb 9:2, 3, 7, 20 adonde Jesús entró por nosotrosA Juan 14:2; Heb 4:14 como precursor, hecho, según el orden de MelquisedecB Sal 110:4; Heb 2:17; 5:6, Sumo Sacerdote para siempre.